28 junio 2006

Yo soy esa

Siempre quise tener un perro.
Y acabé con un gato.

Quise ser actriz.
Y esto en parte lo logré, porque soy una mentirosa fantástica. No por tener ningún don especial para la mentira, no. Es innato. Mi cara angelical me abre todas las puertas. Ya me gustaría ya tener el careto de Courtney Love e ir por la vida imponiendo respeto. Pero no. A mi me creen. Así que aprovecho para beneficiarme de algunas nimiedades que hacen la vida más fácil. Nada de mucha enjundia, simples mentirijillas de motivación robinhoodesca o salvavidas.

Quise tener un marido, de esos para toda la vida. Y, haciendo un recuento a grosso modo de mi vida sentimental, me salen unas 6 parejas más o menos serias, y otros tantos rollos sin motivo aparente.

Tenía claro, clarísimo, que a los 28 iba a tener un hijo, y a los 30, otro. Y los 30 ya pasaron. Aunque aún me puede pasar como a Alberto de Mónaco, que le van apareciendo más hijos que los que tuvo Chaplin, y eso que era moña.

Soñé con ser periodista y que mi pareja fuera fotógrafo, o viceversa, para viajar por el mundo haciendo reportajes (¡¡¡lo juro!!!)
En fin, que la media naranja fotógrafo o periodista no llegó, y en cuanto a mis ambiciones, han quedado reducidas a un diploma que certifica que hice un postgrado en, precisamente, reporterismo. Sólo me ha servido para tener menos dinero en el banco. Y charlar un rato con Quim Monzó.

Siempre pensé que trabajaría en algo que me llenara. Si no de orgullo y satisfacción, al menos que me diera un motivo para levantarme de la cama cada mañana.

No tengo nada de todo esto, pero tengo una tarjeta de visita. He conseguido tener mi nombre asociado a un cargo en un trozo de cartón coloreado. Puedo decir alto y claro que he triunfado en la vida.