02 noviembre 2006

Mujeres desesperadas: las brujas de Blair

Hace algunos años tenía yo 23.

Mi novio, por el que me había quedado en un país que no era el mío, luego de 2 años de convivencia, decidió enamorarse de otra.

Pasé una de las depresiones más gordas que recuerde. No tenía trabajo, no tenía familia cerca, no tenía piso.

Pero tenía 23 años.

Así que me apunté al campo de deportes de la Universidad, encontré trabajo, conseguí una habitación en un piso compartido, y me largué.

El trabajo, vendiendo tarjetas de cliente VIP (y gilipollas) para la cadena Meliá, era sólo de mañanas, así que tenía todas las tardes para disfrutar de mi libertad. Era verano. Iba a la piscina cada día, me apunté a clases de tenis, y me dediqué a tomar el sol. Gracias a una apuesta que hice con una compañera, me ligué al socorrista. Y a vivir.

Un día, esta chica, unos treintaytantos, me invita a tomar unas tapas con un par de amigas suyas, todas de su misma quinta.

Lo recuerdo como si hubiera sido este mediodía.

3 treintañeras amargadas despotricando contra los hombres, esos seres hijosdeputa que les hacían la vida imposible.

Estábamos en la terraza del Tapas Bar de Paseo de Gracia/Consejo de Ciento.

Cuánto más largaban las amargadas, más se me iba atragantando la ensaladilla. En un momento no pude más y reventé.

-¿Pero cómo os atrevéis a despotricar así, si estáis desesperadas por pillar algo? ¡Y si estáis siempre así, es lógico que huyan de vosotras! ¡No podéis hablar de machismo si estáis haciendo lo mismo al revés! ¡Somos lo mismo, hombres y mujeres: humanos!

Buf. De repente sentí 3 pares de ojos sobre mi cabeza, que llegaban a donde sus puños, por estar en un sitio público, no era aconsejable que llegaran.

Me levanté de mi silla. Dejé sobre la mesa las pesetas correspondientes a mi consumición, y desaparecí.

Al día siguiente, mi amiga me giró la cabeza, y ya no volvimos a compartir clase de tenis ni apuestas de ligoteo.

Me juré entonces que nunca caería en ese lamentable espectáculo de espumarajos y resentimiento, en el fondo impotencia y desesperación.

Bien. Ahora me han llegado los treintaytantos. Ha llovido (y granizado, y huracaneado) mucho desde entonces. Me han vuelto a plantar con razones o sin ellas en varias ocasiones. Pero a mí....me siguen gustando los hombres. No he conseguido odiarlos, a pesar de los esfuerzos de mas de uno y más de dos.

No hay nada que me guste más que las manos de un chico (mejor si es el mío), acariciándome entre las orejitas. Bueno, sí, ganarle al Scrabble o al Trivial (y otras cosas que no diré, por si hay menores leyendo)

Amigos, aprovecho para presentarles al nuevo habitante de mi casa. A partir de ahora, nadie me moverá del salón. Me quedaré ronroneando sobre esta maravilla del progreso hasta que este señor le dé al botoncito. O hasta que me den el alta (cosas de ser el primer sofá en la vida de una):

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bien por ti sigue luchando por conseguir un mejor futuro y no te deseperes porq recuerda que !!la vida esta llena de obstaculos pero en el camino aprendemos a evadirlos¡¡

viagra online dijo...

Yo se lo dificil y triste que es cuando una ha hecho sacrificios y tiene ciertas expectativas de la persona que una ama y de pronto todo cambia, pero esto es algo que todos hemos sufrido en algun momento. No te desesperes.

viagra online dijo...

Es un gran relanto, la verdad a mi me gustaria ser asi, tener el don de escribir para hacer mi propio blog y que la gente lea lo que hago , pero no es cosa facil, por eso admiro lo que haces y te doy las gracias por este espacio de opinion libre.