29 noviembre 2007

Apio verde tu mí


Prólogo

Como cada 24 de noviembre, este sábado pasado fue mi cumpleaños. Sería divertido poder cambiar: un año cumplirlos un 13 de abril, al siguiente un 5 de julio, después un 25 de octubre. Claro que todos los astrólogos se quedarían sin trabajo, al no existir ningún rasgo de ningún signo ni ascendente que marque de por vida tu ídem. Pero eso es un mal menor. Un poroto al lado de lo divertido que resulta soprender a la familia y amigos con un día de cumpleaños diferente cada año.

Pero mientras, este año, mi cumple siguió siendo un 24 de noviembre.

La sopresa

Ante la disyuntiva de "paso mi cumple con mis amigas de siempre o con mi churri", decidí imponer la salomónica solución de salir el viernes 23 con mis amigas, y pasar el 24 con mi naranja entera. Claro que era el primer cumple que compartía con mi naranja, por lo que, para evitar problemáticos malentendidos, quise reservar un hotelito para ir en plan retiro nada espiritual. Pero mi churri no me dejó, que no, que ya iremos, que sobre la marcha, que parece mentira, a ver si te olvidas de que tu vida no es tu trabajo y dejas de planificarlo todo al milímetro (de esto último me acuso yo misma)

La última semana la pasé excrutando cada movimiento o frase de mi churri que me diera a pensar que podía estar ocultando algún plan sorpresa. Incluso fue tema de conversación y análisis en la habitual comida diaria con mis colegas de curro.

Ayyyyyyyyy (ay de vergüenza ajena), cómo somos de brujas las mujeres.

Al final, llegado el sábado, montadas ambas naranjas en el coche, dirección pueblo donde quería reservar hotel, comida en el pueblo de marras, va y me sugiere de acercarnos al dicho hotelito, a ver si quedan habitaciones...... con la reserva en mano de hacía 3 semanas.

Ayyyyyyyyyy (ay de derretimiento)

Y subimos a la habitación. Y entramos.

Ayyyyyyyyyyyyyyy (ay de me temo lo peor)

Y resulta que nos han dado la puñetera habitación de paralíticos (o minusválidos en politicamentecorrecto language). Con las barandillas al lado del wáter....

Ayyyyyyyyyyyyyyy (ay de desilusión)

....con la puñetera ducha con silla....sin bañera. Snif. Snif. Snif. (Porque ustedes no se dan una idea de lo que se llega a echar de menos una bañera cuando se tiene un plato de ducha, pequeñito, en el cual la cortina es tan cariñosa que no deja de darte abracitos) Adiós baño sensual a dúo en bañera de hotel.

Ayyyyyyyyyyyyyyy (ay de soy una pesada, lo sé, pero lo voy a decir igual)

Yo: cariño, por qué no bajas y miras a ver si nos pueden dar otra habitación.
Él: ...........................................
Yo: va, diles que es mi cumple, que además es verdad, que es mi regalo, anda, porfa.
Él: vale, voy.
Yo: :-))))))))))))))))))))))
...................... (5 interminables minutos)
Él: me dicen que no hay nada. NADA. Que está todo lleno. Que lo sienten.
Yo: :-(((((((((((((((((((((

Ayyyyyyyyyyyyyy (ay de me conozco, a ver si me callo la próxima vez, que es su regalo, te trajo a donde querías, y tú de morros porque la habitación no tiene bañera ni balcón)

Epílogo

No quedaban más habitaciones porque el hotel estaba invadido por hordas del Imserso. No sé de donde sacan tanto viejo, y lo que es peor (y creo que hasta denunciable): por qué los jodidos jubilados viajan en fin de semana, cuándo tienen 5 días y sus noches para llenar todas las habitaciones con bañera y balcón de todos los hoteles de ese pueblo y hasta del país y del mundo sin necesidad de relegarnos a los pobres currantes que sólo disponemos de un sábado y un domingo a las habitaciones de paralíticos que no tienen ni bañera ni balcón.

Y la de años que me quedan todavía para jubilarme y dar por culo de la misma manera a los pobres currantes....

Postdata

Luego de una cena romántica en un restaurante vacío (sólo nosotros y la encargada, ni siquiera un vulgar Kenny G. de fondo para disimular el silencio, y eso que yo había estado antes y el sitio solía estar lleno), posterior cogorza en el bar del hotel gracias a unos margaritas servidos en litrona, dije algunas tonterías en el ascensor y no me acuerdo más. Parece ser que la cama de paralíticos al final se puso contenta de recibir tanta marcha.

Postdata (personal, privada e intransferible)

Nos acordaremos de este cumple. Por la sopresa. Por el fantástico desayuno del hotel (de verdad de la buena). Por la cena privada (ja). Por los margaritas en barreño. Por el pianista del bar. Por el entorno juvenil (ya sé que querías que no me sintiera vieja) Bien. Pero el próximo año cumpliré en julio, y nos iremos a la playa o algo (anda, que entonces será el tuyo......)

05 noviembre 2007

Necesidades

Ha llegado el momento de seguir hurgando en el pasado, revisitada ya mi experiencia laboral, ¿por qué no adentrarse en el fantástico mundo de lo que no fue?

Se trata de las entrevistas de trabajo que tuve y que por H o por B no fructificaron en contrato.



Los caballeros se desfogan

Anuncio en La Vanguardia: Se necesitan masajistas para centro mixto. Se da formación. Horarios flexibles.
Edad de la lectora del anuncio: 23 años
Inocencia y curiosidad: al 50%

Con estos ingredientes la gatita se pone en marcha, dirección Av. de Roma.

Finca regia, ascensor amplio, piso alto, hall espejado, puerta que se abre y asoma señora/ita envuelta en vestido rojo y bufanda plumífera al cuello.

Para una lectora de novela negra tipo Chandler, no había lugar a duda alguna: me encontraba en un puticlub. Pero no era cuestión de salir por piernas ofendida cual dama de abolengo y provecho. Más que nada porque lo que sentía la gata era más curiosidad que ofensa o vergüenza.

No recuerdo con detalle lo que la madama me explicó. Venía a ser algo así como un centro de relax de caballeros, mixto porque los que venían eran caballeros y las que les atendían damas (o eso es lo que se les presuponía), se trataba de proveer masajes a los dichos caballeros, sin contacto sexual pero teniendo en cuenta que a los caballeros, cuando se les masajea, les entra una necesidad de desfogarse que por supuesto la dama masajeadora ha de procurar satisfacer. Con las manos, para entendernos. ¿La formación? Bueno, sí, entre las compañeras nos formamos. Y pensé yo ¿cómo aprendemos a desfogar al caballero si practicamos entre damas? Lo pensé pero lo callé.

La madama me intentó convencer de las bondades del puesto (horario flexible, ganancias rápidas y sin impuestos, etc) al tiempo que yo iba abriendo la puerta del chiringuito con una sensación interna de "ya te vale, gata curiosa".


La creatividad está en todas partes

En tiempos pre-internet-masificada, leo un anuncio en La Vanguardia (qué se le va a hacer, pero todos los anuncios de trabajo los publican ahí) en el que piden operadoras con altas dosis de creatividad, aficionadas a la lectura, para escribir textos en el ordenador. Horario de 9 a 14. Vamos, que al anuncio sólo le faltaba que pusiera mi nombre.


Allá va la gata, emocionadísma hasta la punta del bigote, rumbo a una oficina en un edificio de Urquinaona. El corazón le late a 180 km/h, sabe que ese puesto es suyo, que lo han hecho para ella. Toca el timbre de la oficina, un ligero temblor en el labio superior le delata los nervios. Se abre la puerta.


Una mujer de unos 40 años super bien llevados, vestida como para ir de fiesta por la zona de Santaló y perro blanco en brazo (de la variedad "perro-cara-de-cerdo") me da la bienvenida con un nada disimulado acento francés. Paso entre una gran mesa con varios ordenadores encima y chicas sentadas al teclado. Llegamos hasta un despachito. La mujer deposita al chuchocerdo en el suelo, se sienta a un lado de la mesa, me indica que me siente, se cruza de
piernas y procede a informarme.


Se trata de responder por ordenador a tipos con necesidad de entablar algún tipo de relación a distancia. Es decir: escribirse con tipos salidos y hacerles creer lo que una quiera, para que se sigan enrollando y paguen, porque la conexión al servicio es de pago, y va por minutos. Más tiempo los tienes enganchados babeando con lo que les cuentes, más ricos nos haremos. Vale todo, pero mediante palabras. Lo que tienes delante es una pantalla de texto, ni tú les ves, ni ellos te ven. ¿Qué te parece?


Y qué podía yo decir. Excitar con palabras a señores necesitados de este tipo de relación. Mmmmmmmmm. No es el trabajo ideal, pero es de media jornada, y va estupendo porque la facultad es por la tarde y queda a 4 pasos. Mal no pagan. Y para una precoz lectora de El amante de Lady Chaterley, no puede ser complicado. Además, el sitio no se ve mal, quitando el perro, que da grima.


Así que, habiendo analizado todo esto en 4,5 segundos, inusitadamente salió de mi boca un "Mmmmm, lo pensaré"


La mujer me entregó una tarjetita de contacto, con la recomendación de que no tardara mucho en responderle.


Y pasó 1 día, 2, 3. No sé por qué recatada razón no me acababa de lanzar. Y cuando lo hice, llamando a la francesita del chucho, resulta que ya tenían alguien para el puesto.


Y esta gatita perdió una estupenda oportunidad para entrenarse y terminar ganando algún premio tipo sonrisa vertical.


PD: ahora que lo pienso, vaya maneras de desfogarse que tienen los caballeros. O se dejan masajear por fulanas, o se dejan engañar por atorrantas con dominio de la fantasía y del Word........

16 octubre 2007

Naranjas de la China


Desde el 26 de septiembre estaba a regimen. Regimen de internet. Inexistencia, mejor dicho. Al cambiar de operador, el nuevo, La Naranja Fantástica, ha tenido a bien fomentar la lectura y las relaciones interpersonales cara a cara (o cuerpo a cuerpo). Todo eso que la pérfida internet nos había quitado.

Hoy, sorpresas te da la vida, acabo de llegar a casa y me encuentro conque aleluya el Dios Naranja existe (y el cable de Telefónica es su profeta)

Habemus Internet.

Qué dure

PD: Perdón por mis ausencias de comentarios en blogs ajenos. Sin internet en casa y con los atentos suecos que mueven los hilos de mi trabajo y que decidieron bloquear el acceso a blogspots, flickrs, photolog y todo lo que suene a recreo del trabajador, era imposible comentar nada. Poco a poco me iré poniendo al día.

24 septiembre 2007

Informe semanal

Lunes 17 de septiembre
Querido diario:


Hoy he entrado a trabajar a las 7 de la mañana y he salido a las 19:30. Si las cuentas con los dedos no me fallan, eso hace un total de 12 1/2 horas en el curro.
Pero ha sido fructífero, porque he aprendido varias cosas. A saber:

- Los suecos nunca piden permiso. Simplemente hacen.
- Los suecos empiezan a trabajar a las 7 de la mañana, desayunan a las 9 y comen/almuerzan a las 12. (También pretendían cenar a las 19, pero conseguí quitarles la idea de la cabeza)
- Anne - Charlotte en sueco suena algo así como anjalót. Esto sí que es muy útil.
- Comer porquerías de catering durante todo el día termina por joderte la barriga. Por mucho que sea by Vilaplana.
- Los tacones pueden quedar muy bonitos y estilizar la figura. Pero te revientan los pies, y hasta las rodillas.
- Trabajo en un sitio con vistas admirables, fantastic, wonderful, y me envidian por eso.
- Puedo mantener un buen rato la sonrisa en la cara, sin entender la mitad de las cosas que me están contando, y parecer hasta interesada en lo que explican.
- Los israelíes, o son extramadamente tímidos, o te sugieren directamente que les lleves a la cama.

Aparte de estas magníficas enseñanzas que guardaré en mi cabecita con mucho cariño y por muchos años, los guardias urbanos de Barcelona decidieron que el mejor día para pararme a hacer un control de alcoholemia era justamente hoy, al salir del trabajo, con mis ojeras por las rodillas. Carnet de conducir, seguro, y sople aquí por favor hasta contar 7. Le digo que de alcohol llevo menos que cero, pero que si me mide el cansancio le reviento el aparatito. La tontería le provocó un amago de sonrisa. Pues eso, 0,0 en las venas, y a casa, que mañana vuelvo a bailar con suecos. Y en tacones.

Martes 18 de septiembre
Querido diario:


Hoy he podido dormir un poquito más. Si bien tuve unas pesadillas horribles en las que el catering del desayuno y el de la comida eran iguales: ensaladas. Y yo me desesperaba porque cómo iba yo a servirles ensaladas de desayuno a todos esos señores importantes que venían hoy a admirar las preciosas vistas de la oficina.

A las 7:45 clavadas ahí estaba yo, esperando por mis señores importantes.

Y hoy he aprendido más cosas:

- Los señores importantes no desayunan. No comen en el desayuno, quiero decir (¿Se alimentarán de poesía, de humo, de fantasías, de billetitos verdes?)
- Los suecos se quitan los zapatos al entrar a la oficina. Ponen los pies sobre la mesa. Invaden los despachos de la gente que no está y los dejan perdidos de latas de coca cola. Definitivamente, los suecos no piden permiso. Ni se disculpan.
- Los zumos de melocotón dejan el suelo ideal para atraer a un enjambre de abejas y que se queden pegadas varios días.
- Comer porquerías, diferentes a las del día anterior pero porquerías al fin, no le va nada bien a mi barriga. Por muy buenos que estén los bombones de chocolate o el bizcocho de cumpleaños de Conchi.

Y, de una vez por todas, ya estoy harta de las gracietas que me infringe mi cerebro. Que va y se presenta él solito al señor más importante, que en este caso era una señora, dando mi nombre y el nombre de la empresa en la que ¡no trabajo desde hace tres años! La cara de la mujer, un poema (Belga, para el caso)


Miércoles 19 de septiembre
Querido diario:


Vuelta a entrar temprano y salir tarde. La oficina empieza a parecer mi casa. Lo bueno es que de tanto catering que pido y que los señores importantes no comen (porque ya sabemos que los señores importantes no comen) me estoy ahorrando una pasta.

Hoy incorporo nuevos descubrimientos a mi cerebrito:

- Los suecos se pierden para hacer 4 calles en línea recta y con un mapa en la mano.
- El famoso 7 Portes de Barcelona ya no es lo que era, a juzgar por las caras de los señores importantes al preguntarles por la cena del martes a la noche.
- Gaudí sigue teniendo gancho. La Pedrera, la Sagrada Familia, el parque Güell. Les brillan los ojos al oír estas palabras. Por supuesto, de Barcelona sólo quieren visitar Gaudi things.
- Puedo hablar francés sin que me cruja el cerebro, cosa que me pasa con el inglés.

Mañana, grupo nuevo. Venga, a seguir madrugando que el despertador está espitoso.

Jueves 20 de septiembre
Querido diario:


Hoy, pase lo que pase con los suecos, los belgas y los vascos, me largo a jugar vóley a Castelldefels con mi churri y sus colegas de curro. Salgo de casa con el bikini en el bolso, y ensayando el tipo de cara de pena que enseñaré a mi jefa para que me deje salir a mi hora.

El grupo nuevo se comporta. Los de aquí, como siempre, dando ejemplo: media hora tarde y silbando. Los 2 suecos que quedan empiezan a dar muestras de ser personas. Sonríen, piden por favor, dicen gracias, van calzados por la oficina y ponen The girl from Ipanema en el portátil para dar ambiente en las pausas.... Vaya, tendré que empezar a pensar en los suecos como gente normal. Con lo que me jode.

Putada. Esta mañana, con las prisas, he cerrado las 2 cerraduras de la puerta cuando la chica que nos viene a limpiar (eyyyyyyyy, esto sí que es noticia) sólo tiene 1 llave. Pues nada, no hay misión imposible para Miss Supercat que se monta en su veloz Scarabbeo y en 20 minutos le abre la puerta a Paola con una sonrisa de mil disculpas. 25 minutos más, y de vuelta al trabajo. Mierda, no sé si podré largarme a las 18 para ir a la playita, incentivo básico para este jueves de esta semana que me está agotando como ninguna.

Son las 18:10 y decido, por mí misma y sin consultar con nadie, que me largo a la playa. Eso sí, el viaje hasta la playa constará de: ciclomotor hasta Sants, tren hasta Castelldefels y taxi a la playa. Hora y pico. Pero llego (no hay misión imposible para Miss Supercat), hago 2 juegos y a la terraza a por cervecitas.

Fin del jueves.

¿Enseñanzas de hoy?

- Los suecos se ríen y les gusta la música brasileña
- Tengo que cambiar mi 49CC por una moto que me permita circular por rondas y llegar a Castelldefels, por ejemplo.
- El otoño ha llegado, por más que nos empeñemos en alargar la primavera.

Viernes 21 de septiembre
Querido diario:


Los suecos que quedan, los simpáticos, están ya casi del todo españolizados. Ayer a la noche llegaron tarde a la cena, prevista a las 20:30. Todos los de aquí esperándoles, cosa inaudita.
Eso sí, el Barceloneta no me falló. Había que ver con qué caras de satisfacción me relataban qué estupendo arroz caldoso se habían zampado.

Último día de la semana, final de mi semana de anfitriona. Desayunan, comen, y se largan.
Bueno, lo de comer es un decir. Sobra comida como para 20. Estoy empezando a dudar de la capacidad de cálculo de la empresa de catering. Sean suecos, franceses, ingleses, sudafricanos, belgas, vascos, catalanes o maños, ¡siempre sobra!
Mis compañeros me adoran al mismo nivel de lo que se están ahorrando esta semana en comidas. Ya sé cómo ser popular: llevarles comida (es que son como perros)

Como colofón de fiesta, acabado el curso, los suecos van recogiendo las mesas al son de la música discotequera que lleva uno en el portátil. El mismo uno que decide que el lugar ideal para cambiarse de ropa es la misma sala. Le sorprendo revoleando americana y camisa al viento. Friday afternoon feever le digo. Asiente.

Y se largan.

Y vuelve la paz empezando ya el fin de semana. Esa es la principal enseñanza del día: las semanas laborales, por muy pesadas que sean, acaban.

Mañana me espera otro día de madrugón, pero para irme al Priorato de visita y cata.

Testimonio de un sábado etílico

13 septiembre 2007

Monográfico: suegra hay una sola

He tenido un verano intenso: he conocido a mi suegra.

La experiencia no ha pasado de 3 horas contadas con los dedos de una mano, pero qué 3 horas.

Habiendo sitios para vacacionar, la mujer va y decide pasarse una semanita de relax en un sitio tan vacacional, relajado y especialmente templado en agosto como es Israel. Aunque bien mirado, lo mismo hubiera sido la Riviera Maya que Tegucigalpa, los fiordos noruegos que la Praga monumental. La cuestión era venirse a Barcelona desde su Córdoba natal para coger un avión. Es decir: no tenía aeropuertos más cercanos.

Pero empecemos por el principio, que es desde donde se debe empezar.

Mi churri y yo vamos en coche a recoger a mi suegra para llevarla al aeropuerto. Bien. Quedamos en una esquina, y ella está en la de enfrente. No pasa nada. Vamos con 3 horas de antelación, suficiente para recoger la documentación del tour operator, facturar una maleta del tamaño de un cacahuete (juro que es verdad), y sentarse relajadamente a esperar el vuelo. Ella, porque nosotros teníamos otros planes, por ejemplo ir al cine.

Vale. Suegra cruzada, maletita guardada en el maletero y suegra sentada en el asiento trasero del coche. Primera intervención de luxe, al cerrar su puerta y poner mi churri la primera:

-Neneeeeeeeeeee, ¡¡no corras!! Dicho esto con el mayor de los acentos cordobeses que se puedan imaginar. Vamos, que por un momento creí tener sentada detrás a una folklórica.

Salimos a la autovía de Castelldefels por Gran Vía, acunados por el monólogo folklórico que no cesa. Segunda intervención de luxe, percibida entre un discurso indefinible:

-....porque nadie quería ir contigo porque de pequeño olías mucho porque ni en el ascensor se subían contigo del sudor que tenías la camiseta que no veas y por eso nadie te quería porque tú sudabas mucho y.................

Yo ahogo unas risas de "esto es increíble", mi churri que le entra la risa, me mira y sólo atina a decir "...mi madre, tenías que conocerla...", mientras la otra no calla. De más está decir que llevo meses compartiendo vida y cama con alguien que no sólo no huele mal, sino que huele como me gusta: a limpio, a ropa lavada. Pero nada, la mujer se había quedado en la adolescencia hormonal del hijo, esa que junto con los granos suele traer toda clase de sudores y hedores corporales. Vamos, ten una madre así y olvídate de tus enemigos.

Mientras ni mi churri ni yo conseguimos colar palabra en el monólogo cordobés que se cuece en el asiento trasero, llegamos al aeropuerto. Primera parada, la ventanilla del tour operator. Y primera decepción para mi suegra: además de ella, en el avión que partía rumbo a Jerusalén sólo iban 4 personas más con el grupo... 2 matrimonios. Ni solos ni solas. Ella con 2 parejitas.

Vale. Recogida la documentación. La chica de la ventanilla no sufrirá apenas secuela, sólo limpiarse con un bastoncillo las orejas, y adiós catarata de palabras atascadas.

Sólo queda dirigirse al mostrador de check in para recoger la tarjeta de embarque y objetivo cumplido: suegra depositada en puerta de embarque y tortolitos al cine, que para eso es domingo a la noche.

Ja.

Entrega de papeles varios en el mostrador, chorro de palabras lanzadas hacia el azafato, azafato que replica que si le puede enseñar el pasaporte, suegra que busca en el bolso igual de minúsculo que la maleta, suegra que empieza a sacar papeles del bolso, suegra que termina por poner el bolso boca abajo y lo empieza a sacudir sobre el mostrador del perplejo azafato que observa y no se atreve ni a opinar. Churri que pregunta:

- Mamá, el pasaporte, ¿has traído el pasaporte?

Suegra que no sabe qué decir pero insinúa:

- Pues no sé, nene, lo habré dejado en el piso de la Merchi ("la" Merchi es una de las hijas, hermana de mi churri, en cuyo piso se ha quedado unos días aprovechando que dicha Merchi estaba de vacaciones)

- Vale, dame las llaves del piso que voy y lo busco.

En ese momento sentí como el mundo se congelaba a mi alrededor. Eso era demasiado para Supergata, pero hice de tripas corazón y asentí:

- Vale, yo me quedo con tu madre mientras tú vas a buscar el pasaporte. Y eso es algo muy fácil de decir, pero difícil de asumir. Primera hora con mi suegra, y ya me encontraba a solas con ella, con unas ganas irrefrenables de lanzarle un "tú eres gilipollas o qué, cómo se te ocurre olvidarte el pasaporte". Pero me contuve, y con la mejor de mis sonrisas le dije.

- Vale, vamos al bar a sentarnos a tomar algo. Ya sé que no es nada original, pero en esos momentos es lo primero que se me pasó por la cabeza. Podía haberle sugerido: "vamos a la tienda a ver si tienen el último libro de Benítez Reyes" o "vamos a la farmacia a que nos tomen la presión". La cuestión era pasar el rato. Pero no contaba yo con la lógica demoledora de mi señora suegra:

-¿Al bar? ¿Y pa qué? ¿Que tienes sed? ¿Y por qué no bebes antes de salir de casa? Vamos, es lo que yo hago.

Y qué le dice una a la suegra cuando con tanta vehemencia andalusí le suelta una frase así. Si acaso musitar bajito y tartamudeando "yo lo decía para sentarnos, porque va a tardar un rato..."

A un banco fuimos. Y en el banco esperamos la llamada del nene que nos alegrara la noche pasaporte en mano. Llamada del nene a mi teléfono:

- Hola. Dile a mi madre que dónde pudo haber metido el pasaporte.
- Dice su hijo que dónde puede haber puesto el pasaporte.
- Dile que mire en la mesa de la cocina.
- Dice que mires en la mesa de la cocina.
- Dile a mi madre que no está.
- Dice su hijo que no está.
- Dile que mire en la mesa de la habitación.
- Dice que mires en la mesa de la habitación.
- Dile que allí no hay nada. Que lo he mirado en todos sitios. Y pregúntale si lo ha traído de su casa.
- Dice que no está en ningún sitio, y si cabe la posibilidad de que lo hubiera dejado en Córdoba y.... tenga, hable usted.

Y le paso el móvil

-.....Pues no sé, nene, igual sí que me lo dejé allí, no sé.... Toma

Y me devuelve el móvil. Rugido de mi churri:

- Vete volando a cualquier mosso y que te diga cómo hacer un pasaporte al momento, que he visto un programa de la tele donde lo hacían en el mismo aeropuerto en 15 minutos.

Vale. Volando voy, le pregunto a un segurata, que me dice que sí, pero en la otra punta del aeropuerto, en la delegación de la Policía Nacional. Dejo a mi suegra sentadita en el banco, con la recomendación de no moverse de allí hasta que yo la llame.

Corriendo. La otra punta del aeropuerto. Empieza a llover. La delegación está fuera y no hay marquesinas. Llego con la lengua fuera. Efectivamente, lo pueden hacer, necesitan el DNI en vigor, una foto carnet y 16,70€ (exactos porque no tienen cambio). Vuelvo corriendo. Recojo a la suegra del banco. La meto en un photomatón. No hay manera de que salga con los ojos abiertos. Da igual. Salimos de la terminal hacia la delegación de la Policía Nacional. Llueve a cántaros. Temo rompernos algo con la carrera sobre el agua y entre los charcos. Llegamos. La oficina está bloqueada con una fila de asientos y no la podemos abrir. Sigue lloviendo. Mi suegra parece una concursante de Miss Camiseta Mojada. Nos abren. Entramos. Entregamos todos los papeles y el dinero. Para amenizar la espera, mi suegra monologa:

-... y no sé por qué pero tendría que darte seguridad pero yo a la que veo un policía me da miedo como si hubiera hecho algo mal y no debería ser así vamos digo yo porque están para ayudarnos pero a mí me dan mala espina no sé por qué......

La miro y apenas acierto a susurrar un shhh con el dedo índice delante de los labios.

Mientras tanto llega mi churri, Mister camiseta mojada. Se pelea con la puerta atrancada por las sillas, le abro, la señorita Policía Nacional sale de su despacho y me echa la bronca por abrir la puerta sin su consentimiento, habrase visto, esto no es un colegio, aquí abro yo, qué se piensan ustedes, ¿que aquí entra y sale la gente cuando le da la gana?

Y en 10 minutos contados la señorita Policía Nacional nos hace entrega de un pasaporte nuevecito, con la misma cara de viga de hierro con que nos ha recibido. Mi suegra no puede evitarlo, y toda emocionada le confiesa:

- Gracias, me acordaré con afecto de usted toda la vida, señorita, ha sido usted muy amable... Mientras la señorita amable hace un amago de octavo de sonrisa y nos acompaña a la salida, donde nos despide luego de desatrancar la puerta.

El diluvio continúa. Son las 22:30 y el vuelo sale en una hora.

Hacemos escala en el baño para que la mujer se cambie su atuendo provocador. La acompañamos otra vez al mostrador de check in. Le entregan la tarjeta de embarque. Subimos con ella hasta el control de aduanas. Y allí la depositamos.

Vemos como se va alejando mientras entabla conversación con la persona que la sigue en la fila. Como llega al control y entabla conversación con el segurata. Y con el Guardia Civil. Y al final se va por el pasillo, camino de su puerta de embarque. No se sabe si atacó a algún pasajero desprevenido en su camino.

Pero sabemos de buena fuente (ella misma al volver, una semana después) que a los 2 matrimonios que la acompañaban los cambiaron de hotel. Mi suegra aún se pregunta por qué.

Y como no todo iba a ser "suegra" este verano, les dejo una fotito de un sitio muy parecido al paraíso que visité en agosto, si no fuera por las moscas que lo invadían y que no salen en la foto.

Ordino: sus montañas, sus árboles, sus moscas

07 agosto 2007

Summer storm

The way we were, allá lejos y en el '85

Me quedo sin batería en la moto. Llamo al seguro. Me mandan una grúa que funcionaría a vapor, con un conductor borracho y sin dientes. Llegando al taller, el hombre, gracias a su alegre estado, roza un coche que circulaba por el carril de la derecha. Nos paramos en Plaza España a hacer el parte. Yo, en la cabina de la grúa, no sé si bajarme y continuar el camino arrastrando la moto a mano.

Un señor que habla en francés busca desesperadamente a su mujer. Me llama insistentemente a mi móvil, me deja mensajes. Al final consigo hablar con él. No Éric, c’est pas moi ta femme, la muy golfa se ha largado y te ha dejado un número equivocado. Désolée.

Los que mandan han decidido cambiar la presidenta de la empresa, carismática, pelirroja, colgada, mayor, por un señor financiero 20 años menor, con cara de querer recortar gastos y ojillos que no paran quietos. Sueño que nos compran los chinos. Chinas, para ser exacta, que me desalojan de mi mesa y se quedan con el ordenador, que muestra un intríngulis de caracteres chinos en la pantalla.

Gracias al e-mail, recupero compañeros perdidos del instituto. Casados, divorciados, padres orgullosos, psicólogos, dentistas, músicos, dibujantes metidos a empresarios, abogados guionistas. Y un marido harto que fantasea con catástrofes naturales o artificiales que hagan desaparecer del mapa a su no tan santa.

Y en Barcelona llueve sin llover.

Addendum del 8 de agosto: finalmente ha llovido, esta noche, como si hubiera que agotar toda el agua del año en una llovida.

31 julio 2007

As time goes by o 20 años no es nada (y menos aún 40)

Desde el fin de semana pasado una extraña euforia se ha apoderado de mí.


A saber:


Hemos celebrado nuestra fiesta de concubinato en la terraza de mi viejo piso de alquiler, que ha pasado de la noche a la mañana a ser nuestro piso (viejo y de alquiler lo sigue siendo)

Aprovechamos la fiesta para festejar los 40 tacos de mi churri-colega-pareja-noviete. Y como agasajo a tamaña hazaña, sus colegas del curro le han regalado una botella de Armagnac de su quinta (es decir de hace 40 años) A ver quién encuentra un regalo tan arrebatador. Dos dedos del elixir éste te provocan un pedo de campeonato.


Y....como colofón a tanto contento, mis compañeros del instituto (secundaria para los del otro lado del charco), van y deciden rebuscarse, reencontrarse y recontraescribirse. Porque desde el primer mail que recibí el sábado hasta hoy, lo menos hemos intercambiado 30, y de 30 y pico que éramos en el curso, casi 30 nos hemos ido localizando y agregándonos a la la lista de distribución. Por no decir que en 48 horas ya han montado 2 grupos: uno de Yahoo y otro de Google. Tanto tiempo sin saber los unos de los otros y de repente les entra el delirio locuaz.


No sé si darle la razón a Carlitos Gardel con eso de que 20 años no es nada, qué febril la mirada. Porque en lugar de platear la sien, los dichosos añitos han dejado calvo a más de uno, y donde había un rockero pelilargo ahora se aprecia un sereno padre de familia. Y donde había una nariz un poco demasiado larga, los cirujanos se aplicaron con sus limas y tijeras. Y, sobre todo, a varios les han nacido unos apéndices que responden por el tierno nombre de "hijos". Joder con los 20 años.


A decir de varios, mi persona ha mejorado con el paso del tiempo. Parece ser que mi look "gallego" ha despertado alguna que otra pasión, y algún ciego ha decidido que tengo un parecido más que razonable con una tal Ariadna Gil. Sí, parece que los años también provocan cierto deterioro visual.

Me ha sorprendido la cantidad de psicólogos (más bien psicólogas) que ha parido mi curso del instituto. Hay alguna
cantante (que por cierto vive en Madrid). Algún crítico de cine y alguna editora de revistas de ídem. Alguno que se ha ido a vivir al campo. Y alguno que tenía mucha imaginación, sigue teniéndola a la hora de escribir mails.

En fin, aunque parezca chorra (más bien pedorra), me hace ilusión este come back. Y me jode no poder estar allí, dentro de 1 mes, cuando han fijado fecha para una gran fiesta gran, con daikiris incluidos. Mierda, creo que me hago vieja.

20 julio 2007

Lo que el viento se va llevando

Esto de entrar a leer los diarios en internet sin tener noticias de las últimas noticias (válgame lo redundante) no me sienta nada bien.

Hace un par de días, va una y enciende el ordenador al llegar al curro. Nada, la rutina acostumbrada: usuario y password del ordenador, conectar el Lotus con su usuario y su password, pinchar el ícono del Explorer, darle a "OK" en la pantalla de advertencias acerca de los paseíllos por el mundo www que no sean estrictamente necesarios para el diario trabajar, y abrir la página de La Vanguardia...

...y encontrarme con un escalofriante accidente de avión en Brasil. De un vuelo que venía de Porto Alegre. Joder. Una compañera de trabajo es de allí, y allí vive toda su familia. Voy a su mesa y me la encuentro lagrimeando. Lagrimeamos las 2.

Y ahora, al llegar a casa, fue abrir el Clarin on line y encontrarme con esto en portada:

Mendieta acertando como siempre (por cortesía de Página/12 y Daniel Paz)

Joder.

En Argentina era imposible no conocer a Fontanarrosa. Porque publicaba en el diario más vendido, porque su Inodoro Pereyra o su Boogie el Aceitoso marcaron época. O sus cuentos. O sus colaboraciones con Les Luthiers...

Snif. Que me voy a lagrimear debajo del sofá.

Prometo no entrar en periódicos online una temporadita. Snif.

09 julio 2007

Y yo con estos pelos


Hace unas semanas, varias del trabajo, hartas de los pelos en sitios inadecuados, decidimos cortar(los) por lo sano, y encomendarnos a San Láser.

Luego de gran prospección gran y meticulosos estudios acerca de los diferentes tipos de métodos quema-pelo: que si diodo, que si alejandrita ( jijiji ), que si fotodepilación vs. láser, y de visitar diferentes clínicas o chiringuitos abiertos para la ocasión, nos decidimos por uno que cumplía las tres B: barato, bonito, y esperábamos que bueno.

Resultó ser que a servidora le correspondió ser conejillo de indias (cobardes, mis compañeras)

Así que allá que fue, la gata coneja, a probar las virtudes del láser de diodo quemapelos para toda la eternidad (y más allá).

El sitio, muy cuco. Un piso modernista en pleno Eixample, todo bien pulcro y oliendo a nuevo. Perfecto. Hasta que viene uno de los médicos dermatólogos responsables del garito, y me dice que el fantástico equipo de láser quemapelos está averiado, pero que me lo harían con una máquina mejor todavía, que, eso sí, hacía 2 años que no usaban ya que la habían cambiado por la recién averiada (a ver quién entiende la excusa...)

Y allí, estirada en la camilla con unas bragas de papel y una bata de las que no se cierran (parece que es mi vestuario de moda este año), la esteticista encargada de las depilaciones va y me dice que no se encuentra segura para trabajar con la máquina vieja, y va a buscar al médico responsable del garito para que se hiciera cargo él. A ver, que una está harta de ir al ginecólogo, pero no sé por qué, el hecho de que un tío te vaya quemando los pelos medio enredado entre las piernas no entraba en mis planes. Como tampoco el hecho de que luego le dejara la máquina a la esteticista inepta a la que se le olvidaba ponerme hielo antes de que cada descarga, se le desconectaba la máquina cada 5 minutos y yo debía explicarle cómo volver a conectarla, que iba disparando como cowboy al aire con la pistola de láser y que acabó la faena quemándome un trozo de piel entre la teta y la axila.

En fin, que ésta era una tortura y no la de la Shakira toda chapapoteada.

Mis compañeras, pese a mi relato, decidieron ir. Y cuando fueron, el láser adecuado funcionaba, la esteticista no iba quemando las paredes a base de pistoletazos, y mucho menos las axilas. .

Eso sí: a mí se me han caído los pelos, y a ellas nada. (pero también he de decir que el estilo bigotillo Clark Gable que me han dejado entre las piernas no es lo que tenía en mente cuando les dije bien claro: todo, quitadme todo como para usar tanga y que no asomen barbas a los lados)

10 junio 2007

Recapitulando

Dentro de 2 semanas hará 1 año que recuperé mi afición de escribir gracias a esto de los blogs, y al amigo Parche que se aseguraba con mis textos algo más de material para su web. Y de paso no perderme de vista.
En este año largo me han pasado muchas cosas, o yo he pasado por las cosas, o no eran cosas sino yos. A saber:

Cambié de curro. Escapé de una jaula de grillos con pretensiones a un sitio más o menos normal, con un sueldecito que me permite pagar el piso y algo más, y con unos compañeros que son gente. Eso y buenas vistas sobre los cruceros que salen de la ciudad (que cada día hay más, horror de espectáculo all included de carnes lirondas, coloradas y cerveceras sobre tumbonas milsudadas)

Cogí una buena depresión que me dejó con el mismo cuerpo de los 18 (52 kilitos, una joya) pero con la autoestima por donde las cloacas.

Me descubrieron y me quitaron un quiste. Experiencia que me dio la oportunidad de conocer la vida de hospital. Y no, no es como en las series: los médicos son todos feos.

Me apunté al gimnasio y logré ir, antes de que el quiste y toda su significancia intrínseca me lo impidiera.

Cambié de pareja. Luego de idas y vueltas infinitas y absurdas con alguien que no (que no y punto) al final, y por raro que parezca dado mi backround, había por ahí escondida una naranja entera que hiciera buenas migas con el pomelo que puedo llegar a ser. Mirarse a los ojos y derretirse, vaya. Con él redescubrí el gusto de aquello de "en tu casa o en la mía". Y en la mía al final nos quedaremos. Puesto que en menos de un mes, mi gata y yo compartiremos vida con mi, mi, mi.....(coño, qué difícil es darle un nombre: ¿pareja? ¿chico? ¿churri? ¿novio? Las francesas dicen "mon copain" o "mon petit ami" y se quedan tan anchas. A ver cómo le llamo yo "mi colega" o "mi amiguito" sin que se me descojone el auditorio...)

Y.....cambié de lavadora. Luego de 10 años de servicio, hemos decidido jubilarla. Y eso que, siendo la más barata que había cuando la compré, jamás tuve que llamar a técnico alguno para arreglarla. Nunca jamás me dejó tirada. Era un poco ruidosa. También sacaba la ropa más sucia que cuando entraba. Y hasta algún paseíllo se daba. Le divertía tirar al suelo todo lo que le pusieras en el lomo.
Pero a su edad, qué se puede esperar... Snif. Pobrecita mi vieja Aspes. Pero ha tocado renovarse. Y ahora, mientras escribo estas líneas, una reluciente y potente Samsung que ha ocupado su lugar (no somos nada) se empeña en demostrar su valía y juventud centrifugando a toda leche. Y todo gracias a los transportistas de MediaMarkt, un argentino y un ¿peruano? que, desafiando cualquier ley física, llegaron con ella en brazos luego de remontar 5 pisos por escalera. A ver quién es capaz, luego de tal proeza digna de un Messi, meterse con los pobres inmigrantes que vienen aquí a currar en lo peor.

Y como cereza les dejo una foto capurada en los pagos de casi-Hospitalet. Por un momento pensé que era alguna palabra catalana que desconocía.
Pero no. En su casa (o en su tienda) la gente llama a los shorts como le sale del rotulador:



03 junio 2007

16 mayo 2007

La azafata, su novio, y la tercera en discordia

Hace una temporadita, antes de que los hospitales y un alguien especial entraran en mi vida, había anunciado la publicación de una historia de las que hacen babear. Babeemos, pues, según lo prometido.

Localicémonos
Andorra es un sitio fantástico para esquiar y para comprar quesos rojos como pelotas. Venden perfumes, azúcar y alcohol y tabaco en cantidades legalmente sospechosas. Hay mucho chorizo, ibérico y de todo el mundo, el dinero fluye, los portugueses trabajan. También, desde hace unos años, con la moda ésa de los spas, los wellness, los masajes y la vida a la bartola, hay mucha gente que se hace sus kilómetros para ir al templo termal conocido como Caldea. Vamos, que el que inventó Andorra era un tipo muy ecléctico.

Empezando por el principio.
Hace unos años, 10 y pico para ser casi exactos, tuve una de las mayores alegrías de mi vida. En un casting para azafatas (porque los hay, los hay, y es penoso) vencí a una rubia. Sí, señoras y señores, por primera vez en mi vida, la morena de rizos había superado a la Raikkonen rubia macizorra venida del norte. Como se trataba de ofrecer en Andorra degustación de puros a franceses con caniche, el seleccionador decidió que, para hacer de Carmen, mejor una morena. Mes y medio con todos los gastos pagados de comida y estancia, y un sueldo nada despreciable. Vaya, que hubiera matado a la rubia para conseguirlo.

Al llegar, comprobé que era la única azafata del grupo llegada de España, ya que la caravana azafatil de la tabacalera se componía de 8 rubias francesas y yo. Las rubias, a promocionar tabaco. La morena (yo) lo mismo pero con puros. También había otras diferencias: las rubias compartían apartamento de a 2, y la morena tenía uno solito para ella sola.

Aparte de eso, nos juntábamos para comer, cenar, salir y divertirnos. Como en las colonias, pero cobrando.

Del grupo de las 8 compis, entablé amistad con una que venía de un poblacho cercano a Toulouse, una mierdapueblo que lo único que tenía era una fábrica química que apestaba, ahumaba y dejaba a la gente un poco tarumba.

Esta chica era muy guapa, entre morena y pelirroja de ojazos verdes. Había ganado un par de años antes el título de Miss mierdapueblo, y estaba muy orgullosa de la hazaña. También era un poco rarilla. Tan pronto estaba muy alegre como la veías con cara de duelo.

En fin, que la chica esta tenía un maromo. Un cacho novio que ríete tú del bracito de Nadal. Y como las otras azafatas volvían el sábado a sus pueblos a ver a sus novios, ésta recibía al suyo en su apartamento, que para eso le quedaba todito para ella.

Las fantasmonas bien monas, o la virtud de no tener un escáner (Faltan 2, entre ellas la Miss. Se siente)

Primer round

Un día, habiéndole dicho que quería probar los patines en línea que sabía que ella tenía, me hizo ir a su apartamento. Un sábado. A la tarde. Adivinen quién me abrió la puerta. Pues sí: el musculitos. Y en boxer. Y yo que le cojo los patines y me largo por pies, mientras la otra salía del baño envuelta en su toalla y diciéndome que me quedara un ratito con ellos.

Segundo round
Los parques termáticos son un gran invento. Sobre todo cuando estás en Andorra en agosto y no tienes un duro en el bolsillo para gastártelo en perfumes. Un domingo, mi amiga me invita a ir con ella y su musculitos a Caldea, que para eso tenía su 205. Así que allá vamos, en el Peugeot rojo haciendo la ruta Pas de la Casa – Caldea, escuchando música de Nueva Caledonia (ella había nacido allí) e intentando no fijarme mucho en cómo conducía la chica, estilo mira cómo baila el volante al ritmo de la música ésta tan movidita.

Llegamos. Nos cambiamos. Nos vamos para la gran piscina central. Nadamos un rato. Nos metemos en los jacuzzis enormes que cuelgan sobre la gran piscina. Solos los 3. Y el musculitos en el medio, que nos pasa la mano por la espalda a cada una, y se estira feliz de estar en el medio de sus dos posesiones. Lástima que esa no fuera mi idea. Desaparecí y no paré de nadar como una posesa por toda la piscina hasta la hora de marchar.

Tercer round
Sábado noche. Bar musical megacutre del pueblo. Otra vez el trío: Miss azafata, musculitos y servidora, en la barra tomándonos unos vodkas con naranja. Mucho jaja jiji, cuando de repente, teniendo el musculitos a su chica bien cogida por los hombros a un lado, se inclina hacia el otro, y se me acerca al oído, no para confesarme ningún secreto, sino para meterme la lengua hasta toparse con mis neuronas. La Miss me sonreía. Y yo no sabía a quién darle el cachetazo. Así que desaparecí.

The end
No hubo más rounds.

Supongo que el tipo sabría usar su lengua para algo más que para metérmela en la oreja: se adivinaba. Supongo que me perdí una experiencia. Supongo que les habré parecido una estrecha.

Terminó la campaña a fin de agosto y cada azafata volvió a su nido. Alguna me envió una postal, alguna dos. Esta me llamó una noche llorando diciéndome que se encontraba muy mal y que no sabía qué hacer, que le dolía mucho la cabeza (¿?) Y a continuación colgó. En aquellos años no tenía móvil, y el teléfono fijo no guardaba los números llamantes. No supe nada más de ella. Tampoco de su maromo el chulo musculitos.

24 abril 2007

Carne de hospital II – El retorno

Siendo que la gente, en general, es muy poco original para elegir destinos de fin de semana y no quedaba ni Roma ni Londres ni París con plazas, servidora decidió optar por un week end all included en la Clínica Delfos de Barcelona.

Dado que la primera experiencia había resultado escasamente agradable, decidí probar otra vez, más que nada para darles una segunda oportunidad.

Pasan cosas raras en los quirófanos....

Pero en este caso, en lugar de llegar en ambulancia, programé yo misma con tiempo el ingreso. Como resultado, un adorable quiste ovárico de 6 cm vio la luz el viernes 20. Aún no sé qué nombre ponerle. Jonathan está muy usado y me desagrada especialmente. Borja me cuesta pronunciarlo sin una patata en la boca. Odio Jordi. Lo mismo me pasa con la mayoría de clásicos castizos: Manolo, Francisco, Pedro, José. Buf. Así que he decidido nombrarlo en su forma más intrínsicamente propia: “putoquiste”.

Esta segunda edición de El Semiinfierno de tu Vida me ha servido para corroborar mi teoría de la inutilidad de las puertas en las habitaciones. Te pongas como te pongas, el mal genio de muchas auxiliares que se pasan el día limpiando culos significa invariablemente puerta abierta. Y cuántos más culos hayan limpiado en el día, más abierta la dejan. De par en par. También que las crías humanas chillan como mono atropellado. Preferiblemente por las noches.

Lo digo porque tuve el honor de compartir planta de parturientas. Y, entre ellas, una concursante de la jaula de grillos más conocida como GH y su amor, otro grillo de la misma cosecha, el primorosamente apodado Yoyas. Pues sí, luego de algunos años, los tortolitos han traído un tortolitín al mundo.

Dejando el costado people, por lo que se refiere a mi persona (gatuna aunque a ratos humana), estoy estupendamente. Quitando las 3 rajas de la barriga ocultas tras pudorosos esparadrapos y una mano con la vena algo inflamada, producto de un arranque esquizofrénico enfermeril resuelto a chutar líquido en vena a velocidad de drive de Federer.

Además:

Tengo 3 horas de mi vida en nebulosa. O en lago negro (te meten vaya a saber qué, y luego te despiertas temblando y pataleando como epiléptica en celo) Durante 4 días ingerí alimentos coloridos no identificados (ni como alimento ni como color) Hice más kilómetros en camilla reclinándola arriba y abajo que Meca remontando el Guadalquivir. Disfruté (¿?) de la programación matinal televisiva. Me duché sentada en un taburete. Intenté mear acostada sobre una especie de bandeja (esto no lo conseguí) Y, por primera vez en mi vida, sufrí hasta las lágrimas riéndome. ¿Quién fue el hijoputa que nos diseñó para que las carcajadas retumbaran en la barriga? Seguro que el mismo hijoputa que ordena 1 mes de abstinencia. Sí. Estoy hablando de Eso. Hijoputa.

También me di cuenta de que.... que.... que.... esteeeeee.... tengo a mi lado a alguien fantástico. No necesito más.

03 abril 2007

Carne de hospital

Un día cualquiera estás en el trabajo aburrida y decides irte a urgencias en ambulancia. Más que nada para variar un poco el panorama diario de casa-moto-oficina-moto-casa.

La cuestión es que llegas y deciden dejarte un par de días dentro.

Yo ya me imaginaba que las clínicas no son hoteles de 5 estrellas. Ni de 4 ni de 3. Lo que no sabía yo es que como requisito fundamental para ingresar te obligan a ponerte un camisón abierto por los cuatro costados y te mandan a una habitación presidida por un cristo de 5 centímetros crucificado en un cacho cruz de 27 de alto por 16 de ancho. Pobrecito. El de mi habitación acabó en el armario (al irme lo saqué y lo dejé estirado sobre la camilla, hacía una pena, tan flaquito)

Creo que éste es el único que no me examinó

A partir de aquí reflexionemos un poco.

Tú llegas con un dolor aquí (póngase la mano donde se desee) del tipo absolutamente insoportable. Por eso llegas en ambulancia. Te depositan en una silla de 1964, y te trasladan por un pasillo mientras la susodicha va dando botes y tú repasas toda la lista de insultos que te sabes en todos los idiomas. Hasta que el portasilla te deja en una esquina y se enzarza en una discusión con varias enfermeras acerca de si “ésa” (o sea, yo) es la de urgencias de cirugía. Y una que troca su carita sufriente en una mueca de pavor. ¿Cirugía? ¿Ha dicho cirugía? Y lo único que atina a hacer es levantar el dedito y balbucear: no, yo no, yo no, no.

Al final deciden estacionarte en un pasillo y que te esperes. Mejor, al menos no te meten el cuchillo al momento, y la suspensión de la silla, mientras te estés aparcada, no incordiará.

Pues ahí te quedas.

Hasta que te miran y examinan unos cuantos con bata blanca (esa sí va con botones) y sentencian que lo mejor es que te quedes dentro. En observación (como una célula en su microscopio)

Te asignan un número de habitación, un trozo de tela con un agujero en la cabeza que llaman “bata” y te enchufan una aguja en vena para chutarte lo que decidan. Porque tú no lo sabes, pero desde ese momento has dejado de ser persona y no cuentas ni para opinar acerca de lo que van a hacer contigo. A partir de entonces, serás un objeto de estudio extendido sobre una camilla reclinable. En una habitación cuya puerta no se cerrará jamás, que no sé para que las ponen y se gastan los dineros en un pomo. Podrían dejar el vano abierto, y la de madera que se ahorrarían. Eso sin olvidar el vergonzante trozo de tela que llevas por hábito.

¿Por qué la sufriente población internada, que ya bastante tiene con estar enganchada a una o varias sondas, debe soportar la deshonra de ir vestida con una tela imposible de cerrar? ¿Es que la comodidad del médico y de la enfermera a la hora de meterte mano justifica tamaña humillación? A ver, señores y señoras del diseño textil de moda y demás, ruego por favor realicéis un encomiable e impostergable servicio a la humanidad: ¡rediseñad la bata hospitalaria! Sugerentes botoncillos, cómodas cremalleras, alegres colores, estampados divertidos, mangas estilizadas. Venga, seguro que vuestra creatividad supera la contundencia de mis adjetivos. Cientos, miles, millones de sufrientes achacosos os lo agradecerán.

Al final, los de la bata blanca con botones, luego de observarte y observarte, deciden que te puedes largar porque no estás tan mal. Te vas. Libre. Y sólo por joder, das un portazo a la puerta de la habitación y la cierras con todas las ganas contenidas.

PD: gracias a los que me cuidaron y se preocuparon por mí, y especialmente a uno que estaba y estuvo, cuando no tenía por qué. Queridos L. y A., las risas y carcajadas que salían de mi habitación a las tantas de la noche no las olvidaré en mi vida.

24 marzo 2007

De los cástings a los tríos hay 1 paso (y 5 margaritas)

En la época en que vivía en el paraíso y acumulaba trabajos bizarros, me dio por hacer cástings. Hay gente que le da por jugar al mus o aficionarse al jaco. Yo quería ser actriz.

Empecé por los pases de peluquería, que me dieron tan mal rollito que nunca jamás volví a pisar las pasarelas de Wella o l’Oréal. Fui extra de película mala. Hice pruebas para un programa de Tele5 (ojalá algún ángel de mi guarda haya borrado las cintas). Con la excusa de una productora que le iba a proporcionar cantidades de contratos para extras, un fotógrafo en plena edad dorada y su hija me pasearon por todo el barrio gótico haciéndome fotos, junto con un grupito de otros tantos idiotas. Luego el tipo desapareció. Aclaro que todas y todos íbamos vestidísimos, y las tomas asemejaban a las que podía hacer cualquier turista frente a las piedras centenarias del Gòtic. Nunca entendí la motivación del paseíllo fotográfico.

Una vez fui a un casting para no sé qué en un bar del Eixample. Y en la cola entablé conversación con un chico gallego. Me cayó bien. Trabajaba en un bar de las Ramblas, era aficionado a la fotografía y vivía en el Guinardó. No nos cogieron ni a uno ni a otro, pero quedamos para ir a hacer unas fotos.

Vivía en un piso chiquito con unas vistas maravillosas, junto con un chaval marroquí. Me lo dijo él, porque yo no lo hubiera adivinado. De hecho es el único chico marroquí guapo que haya conocido. Guapísimo, vaya. Mi amigo gallego era simpático pero muy bajito, cosa que para mí trunca de raíz cualquier tórrido instinto.

Igualmente quedamos un par de veces para hacer fotos. En aquella época yo tenía una amiga peruana que estaba la mar de buena y que tenía entrada gratuita a todos los garitos latinos de la ciudad. Yo me colaba con ella o sin ella con la contraseña de “soy amiga de Raquel”. Por esa misma razón, me invitaban a todo sarao que se montara.

Y a una de aquellas fiestas invito a mi amigo gallego, quien se presenta además con el marroquí de infarto. Una de las pocas veces que me visto con un minivestido que apenas me tapa las bragas, y que se vuela más que el de Marilyn en la dichosa foto.

No sé si fue el vestido, el alcohol o el marroquí que me ponía, la cuestión es que montamos una en el medio de la pista entre los tres que no sé cómo no nos echaron. O será que nos fuimos antes de que lo intentaran.

Volvimos andando hasta mi casa, mi paraíso, que quedaba en un sitio tan a mano de todo que nunca cogía taxi. En el portal de casa me despido con un par de castos besos en la mejilla a cada uno, y para arriba que son 5 pisos por escalera. A la que llego, un escándalo de timbre a las tantas de la madrugada. Resulta que eran los dos que querían subir. Lo que imaginan es lo que querían. Pero es que a mí me sobraba uno...

Volví unos días más tarde al bar donde trabajaba el chico gallego. Ya no estaba ni sabían dónde había ido. En aquella época no había móviles ni msn ni nada, y no me apetecía pasar por su casa. Así que ahí acabó nuestra amistad. Nunca supe si en el fondo eran pareja, o si el calentamiento y el alcohol les habían incitado a compartirme.

En cuanto a los cástings, lo dejé.

Próximamente, la azafata, su novio, y la tercera en discordia que no quiso saber nada.

18 marzo 2007

Esquinas

Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo, ¿viste?


14 marzo 2007

El abecedario de Lagata

Reconozco que me dan un poco de pereza estas cosas, como las cadenas de e-mails que invariablemente mueren en la carpeta Trash, ya que jamás las reenvío a nadie. Pero como soy novata en esto del blog personal, y sin que sirva de precedente, procederé a tomar el relevo sugerido por Parche en su web.


Amigas/os. No soy nadie sin ellas/os. Y tengo las mejores que pude haber soñado.

Besos. Me encanta darlos, y recibirlos sobre todo cuando están bien dados. Podría pasarme horas.

Cielo. Lo miro cada mañana al salir da casa. Y me asombra lo diferente que puede llegar a ser.

Decepciones. Muchas en la vida, sobre todo por esperar cosas que no debería. Con la edad debería ir aprendiendo a no esperar nada de nadie.

Esperanza. A pesar de todo, siempre pienso que todo irá mejor.

Familia. Mi padre, mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos. Si las familias se eligieran, yo elegiría sin dudarlo a la mía.

Gatos. Los adoro. Tienen la cara tan perfecta que ni el mejor diseñador hubiera podido crearla.

Humor. Imprescindible. El bueno, digo. No concibo el diario existir sin unas buenas dosis de risas, sonrisas o carcajadas.

Ilusión. Algunos días más, otros días menos. Me gustaría ilusionarme más seguido, pero mi cuota de realismo me lo impide.

Jueves. Mi día favorito de la semana.

Kilómetros. Siempre pienso que estoy lejos. Si estoy aquí estoy lejos de allí, y viceversa. Siempre hay kilómetros por medio de la gente que quiero.

Libros. Desde los 4 añitos que leo siempre me han acompañado. No son mis mejores amigos, pero si una compañía que nunca falla.

Madre. Siempre quise serlo. A veces pienso que quizás debería renunciar a tener niños, porque no quiero hacerlo sola, porque parece que a los hombres (con los que me he topado) les asusta el tema, y porque ya tengo una edad. Pero no, no quiero renunciar. Ya llegará el momento.

Novios. He tenido varios. Y siempre me ha quedado la espina de que ninguno se haya enamorado de mí. Al menos no como yo hubiera querido.

Ñoquis. Mi abuela los hacía de ricotta. Mi madre de patata. Ambas especialidades estaban para chuparse los platos. Yo lo he intentado, pero no me quedan ni una décima parte de lo buenos que les quedaban a ellas. Lástima que esos ya no podré volver a comerlos.

Olvido. Me enfado muy poquitas veces, y suelo olvidarme de todo lo malo. Eso es bueno, porque te permite vivir sin rencores, y malo porque tropiezas con la misma piedra decenas de veces.

París. Mi territorio mítico, la ciudad de todo lo imaginable. París es siempre mejor cuando la sueñas, pero cuando estoy allí reconozco que no me quiero ir.

Querer. Quiero.

Retos. Los que me pongo a mí misma para conseguir cosas, para superarme. Los que me provocan los demás y que me tomo como una apuesta de honor.

Sueños. La vida es sueño. Y mis noches sueños de surrealismo puro. Adoro mis sueños, y por eso mismo me gusta tanto dormir. No por el dormir en sí, sino por el soñar, en technicolor y dolby surround.

Trabajo. He sido una verdadera todoterreno. Y aunque ganara la lotería, sería de las que seguirían yendo a trabajar, porque no concibo la vida sin trabajo. Ayyyy, qué mal ha hecho el calvinismo en nuestras vidas.

Uruguay. Las vacaciones que recuerdo más felices, con mis padres y mi hermana. Fuimos varias veces: Montevideo, Colonia, La Paloma. En coche, en barco. Siempre disfruté de salir de viaje con mi familia, y es algo que hubiera querido repetir con una familia propia.

Vida. Porque sin vida no hay nada. Es lo único que tengo que sea propio.

W....¿Pero a ver quién es el listo que nos ha puesto esta letra en el abecedario castellano? Para decir kiwi o whisky se podría utilizar la U. Nada, o encuentro una palabra no inglesa que empiece por W, o me temo que esta letra quedará vacía.

X...Me aburren las pelis X, y no encuentro nada que empiece por X que merezca la pena nombrar. Otra letra que quedará vacía.

Yo, mí misma and me. El día que tenga claro quién soy, será que habrá acabado mi viaje. Mientras, mi yo, mi ego y mi superyo se van dando de tortas a ver quién gana.

Zapatos. No sé cómo he sido capaz de acumular tantos. Hace poco tiré algunos, porque andaría por los 40 pares, y tampoco vivo en un piso muy grande.

Por si alguien quiere coger la alternativa, la paso a la Estatua y a la Zorra (sin hacer bromas por el verbo en cuestión, eh!)

12 marzo 2007

Agua de Valencia

La gente va de visita a Valencia por varias razones. Las fallas, la fiesta, las pastis, la paella, la orxata, la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Yo voy a ponerme malita y que me cuiden.

No era ésa la intención. En realidad iba con mi amiga L. a visitar a mi amiga R., la que se fue a Valencia a vivir con su novio, y de paso aprovechar para pasear un poco por la ciudad y salir de fiesta el sábado por la noche. Pero una cosa son las buenas (o malas) intenciones, y otra cosa es la fiebre, las crisis agudas de tos y el grifo que se te instala en la nariz.

El viernes ya me había levantado un poco tocadilla de la garganta, pero igual cogí la maleta y me fui al trabajo, para luego a la salida irme para Sants y de allí vía Euromed llegar a Valencia al atardecer.

No sé cuántos asientos tiene un Euromed, pero de todos los que había en el convoy del viernes a las 16 hs, los únicos ocupados por niños eran los de delante de donde iba yo. Sí, esas preciosas plazas de 4 pasajeros con una mesita en medio y una luz de velador más propia del dormitorio de un hotel cutre que de un vagón de tren. Los 2 asientos de delante iban ocupados por una madre y sus 2 retoños (retoño y retoña) que no pararon de comer, de gritar y de moverse en las 3 horas de trayecto Los 3, madre y retoños (retoño y retoña) con un claro y objetivo sobrepeso, lo cual incidía en el espacio que ocupaban. Era absolutamente imposible que los 3 seres ocupasen escasamente el espacio de 2. Así que por allí andaban los niños, en el suelo, en la mesa. Y eso que la madre no dejaba de estarles encima para que se comportaran. A mi lado, al lado de la ventanilla, languidecía un señor de 2 metros encogido con las rodillas en el cuello. Y así, 3 infinitas horas. Bueno, 3 y media, ya que el tren llegó con media hora de retraso.

El sábado, gran visita gran por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde hice unas fotos que cuando revele espero que se correspondan con la maravilla de luz y de contrastes que había. De momento he visto las de mi amiga R., y en todas salgo con un careto que ni el mejor especialista en Photoshop podría arreglar.

Luego de dar una vuelta por el barrio del Carmen y comer por allí, decidimos volver a casa. Con una ventolera y un fresquete que eché de menos un abrigo polar. Llegamos a casa de mi amiga, y ahí me quedé hasta la hora de volver el domingo. Ni fiesta ni nada. Como actividad extraordinaria en mí, vi el final del partido del Barça.

Lo bueno que tiene enfermarse en casa de amigos es que te cuidan. Y no está nada mal que te cocinen o te traigan un vinito caliente a la cama.

Pero lo malo de irse de fin de semana y caer enferma es que no puedes aprovechar la escapada, y que para dormir mejor quedarse en casa.

PD: esta mañana llamé al trabajo diciendo que no iba porque no me encontraba bien. Sabiendo mi jefa que me iba a Valencia, yo creo que se ha pensado que me he excedido con la fiesta. Grrrrr.

05 marzo 2007

Quiero tener un millón de amigos (aunque con 5 ó 6 me conformo)

Por una extraña razón, estoy sufriendo un éxodo de amigas.

El año pasado empezó R., yéndose a Valencia a vivir su tan merecida historia de amor. Luego le siguió B., exiliándose en el país del que tanto emigrante nos llega, para continuar una inesperada historia con un chaval de la terra, en concreto de Manresa (ya me explicarán por qué diantre se han tenido que largar a Marruecos a vivirla...) Y este año se me ha ido C., cruzando los Pirineos, a vivir su vida luego de que la despidieran del colegio en el que trabajaba.

Y yo sigo aquí, aquí solita. Bueno, no tanto. Me quedan las dos L.

Una de ellas, mi querida L. con la que compartí una temporada en el paraíso, me saca a pasear e intenta a todo precio que conozca gente (entiéndase por gente a todo animal del género macho) L. tiene un trabajo donde el estilo y el glamour mandan. Y una, una puede tener muchas cosas, pero no vestidos chics ni los zapatos que se llevarán la próxima temporada. Pero le pone mucho empeño, y más si se trata de una fiesta de disfraces en donde todo está permitido. Incluso un bombero incendiario que confiesa tener novia mientras te mete la lengua hasta la campanilla.

(De la otra L. de mi alma hablaré próximamente, cuando hayamos vuelto de Valencia muertas de fiesta y de pateadas)

Y en cuanto a amigos... Decir que casi todos (todos los escasos que tengo) han sido antes pareja. No sé si porque no sé elegir a alguien como amigo si no ha pasado antes por mi cama, o sencillamente que cuando lo de la cama se acaba, sólo queda la amistad. Tendré que ahondar en la teoría. Lo malo de estos amigos es que cuando se reemparejan los pierdes un poco de vista. Y no es plan de proponerles salir a cenar, porque te arriesgas a que la parienta les cambie la cerradura o les deje sin tema una temporada (Nunca entenderé por qué muchas hacen pagar con abstinencia cualquier tipo de altercado doméstico, como si no se jodieran también ellas con la penitencia. Vale, joder no era el verbo más adecuado)

Y después están los/las que están lejos. Está claro que los llevas dentro, pero eso no te soluciona la tarde de cine, la noche de pizzas o el hombro para los mocos. Snif.

Esto que cuelga aquí abajo es una foto, testimonio del paseíllo que me he pegado esta tarde por la ciudad. Barcelona puede tener muchas cosas en contra. Pero es una delicia caminarla, y descubrir, como esta tarde, que fuera de la zona turística del Puerto Olímpico y la playa, un poco más arriba, en la tierra de nadie del viejo Poble Nou, hay calles absolutamente vacías, en las que sólo estás tú, y lo que oyes es lo que llevas en el MP3. Esta tarde, Blues Brothers, el Boss y Kevin Johansen.


04 marzo 2007

Mudanzas y empezares

Hoy estreno mi nueva casa.

Me explico.

Hasta hace unos días compartía espacio web con un pez salmantino y un pirata barcelonés. Los tríos son muy divertidos, sí, sobre todo al principio. Así que luego de medio año de cohabitación virtual, decidí independizarme. Pero me traje mis cosillas conmigo, no me gusta dejar las cosas por ahí. Todo lo que hay antes de este post estaba en mi antigua morada. Todo menos los comments, que se han quedado en el camino.


Me he construido esta terraza muy mona, pero aún le faltan cosas. Unos almohadones cómodos y un colchón gordote para descansar. Una nevera para tener algo de bebida decente y en buen estado de frescor. Algo de decoración.

Y visitas.

Esta terraza no tiene sentido sin visitas. De las que pasan de puntillas. De las plastas que no hay manera de quitárselas de encima. De las que te rascan la barriga o te dan besitos en el entrecejo.

Bueno, también hay que cuidarlas para que vuelvan. A ver cómo está mi tasa de anfitrionabilidad...

PD: al pez y al parche les agradezco haberme devuelto el gusto por escribir, las provocaciones y los jueguecillos en los comentarios. Les echaré de menos. O no. Porque espero tenerlos pronto por aquí de visita.

14 febrero 2007

Siempre nos quedará....

Hala, a disfrutarlo

31 enero 2007

Gym fever

Señoras, señores, damas, caballeros y demás animalillos presentes: mañana habré dado un paso de gigante. No para el hombre. Para la mujer ultraperezosa que soy.

Sí, yo también he caído. Señores, decía: mañana empiezo mis clases en el gimnasio.

Me da hasta un poco de grima confesarlo. Me explico.

Yo soy un animal epicureista que se mueve por pulsiones que le satisfacen. No por nada soy felina. Para resumirlo, me gusta hacer lo que me gratifica, y evito los malos tragos. Todo el rollo ese de la superación y el esfuerzo, que te pases la vida superándote y esforzándote para acabar en el mismo agujero que el más tonto del pueblo, definitivamente no se ha hecho para mí.

Y para mí los gimnasios son los templos modernos de la tortura. Decenas de personas arrejuntadas sudando juntas pero sin tocarse, porque si se tocaran aún, pero no, aquí se trata de aguantar cada uno su pesa y su bicicleta estática. Por no hablar de esas salas con música atronante y monitor no menos ensordecedor que dirige el rebaño a gritos de uno, dos, tres, cuatro, todos, derecha y vaaaaaaaaamossssssssssss.

No. Eso no puede ser de ninguna manera placentero.

Pero, porque siempre hay un pero que viene a joderlo todo, hay un momento en la vida de toda mujer (no, no se trata de la tipa vestida de rojo que te persigue para chafarte los planes en esos días del mes) que Newton no pudo describirlo mejor. Al pensador se le cayó una manzana en la cabeza. Pero a las féminas se nos empieza a caer toda la frutería en cuanto pasas la barrera de los 30. Barrera que por cierto hace un tiempo que he surtido, desafiando a la gravedad con relativo éxito.

Es verdad que había habido ya un intento de aproximación que no cuajó, cuando aún ni me asomaba a la frontera crítica. En ese momento me apunté a uno de los gimnasios con más solera de la zona, un DIR en toda regla. Me compré unas zapatillas y un mono de sudar. Me regalaron una toalla y una camiseta. Y duré 1 mes, creo. Y eso porque iba a nadar, porque las máquinas de tortura creo que duraron 2 clases.

Y es verdad también que en general es la natación que me ha procurado los mejores momentos de relajación, disfrute y ejercicio todo en uno (quitando el deporte rey, aquel que se realiza preferentemente de a 2, en diferentes posturas, ejercitando la mayoría de los músculos del cuerpo, y la cintura te queda que ni con el hula hop) Pero eso no basta, no señor.

Las 60 piscinas no bastan.

Y no bastan no porque 1,5 km sea poco, sino porque poco me veía la dichosa piscina últimamente. Los fines de semana no están hechos para el gimnasio. Así que amplié mi matrícula a modalidad diaria, y allá que iré, mañana, a empezar mis clases de estiramientos y tonificación. Igual crezco y todo.

Apéndice Vogue

No voy a negar que conocía las tiendas Decathlon. Para mí era el sitio perfecto para comprar mis bañadores de piscina de 2 piezas, unos forros polares abrigados y baratísimos, el chubasquero para la moto. Pero jamás me hubiera imaginado todas las posibilidades que ofrecen para los amantes de sudar en el gimnasio. Camisetas, pantalones, sujetadores, calcetines, shorts, todos de formas, colores y fibras diferentes. El paraíso del sudador profesional.

Menos mal que mi gimnasio es de los municipales, que la mayoría de los socios pasa de los 65 años, y que yo paso también de marcas y chorradas. Porque a ver como me iba yo ahora a un DIR (con lo que se han empijecido últimamente) con unas mallas negras de 6€ y una camiseta verde de 8€ both made by Decathlon, por no hablar de las zapatillas que he rescatado de su rincón olvidado, unas Puma que podrían ofrecerse en la Galería del Coleccionista por una pasta. Menos mal.

Jojojo, cómo molo

25 enero 2007

Mis adorables vecinos (y el cabrón del dueño)

Vivo en un piso viejo. No es que sea antiguo, de esos antiguos de lustre y señoriales, no. Este sólo es viejo, descuidado, con la escalera medio derruida. Y todo porque es un bloque de alquiler, 2 locales y 5 plantas a 2 pisos por rellano, al que el dueño, que vive en Sant Cugat, no le importamos un pimiento. Mientras paguemos, claro.


El verano pasado, mientras pasaba un fin de semana en Pamplona, una tubería de mi cocina decidió que ya era el fin para ella, algo normal para un caño de 80 años, y empezó a gotear. Goteó y goteó hasta que el piso de abajo empezó a notar humedad en su techo. Era agosto. La administración de fincas, como debe ser, cerrada. El lampista oficial del edificio, para no ser menos, también de vacaciones. Cuando el vecino y yo conseguimos que viniera a ver lo que pasaba, llevábamos 10 días de grossen catastrofen.

Bien. El administrador decidió arreglar el desperfecto de mi piso siempre y cuando lo pagara yo, que era la inquilina. Según parece, las leyes en este país son así: el inquilino ha de pagar todo, el dueño sólo cobra el alquiler. Al final, sin derecho al pataleo, los gastos me los sumaron al recibo del alquiler.

Ayer llegaba a casa tan tranquila, o no tanto, porque los ovarios me empezaban a dar la vara, y me encuentro un sobre en el buzón. Por un momento me alegré: ¡un sobre! ¡una carta! ¡en mi buzón hay algo más que facturas del teléfono-gas-luz-móvil-visa y extractos del banco! Vaya. La alegría duró una milésima de segundo: el sobre lo remitía un bufete de abogados, y en el interior me intimaban a pagar los gastos de reparación de los desperfectos del piso inferior, provocados por la pérdida de agua. Sí, el piso del porreta de abajo, que tiene un plantación de maría del tamaño del Mato Grosso en su salón. Jodido porreta. Me tiene arriba y va a los abogados. Desde ayer mi visión del mundo fumeta, buenrollista, antisistema y blablabla ha cambiado definitivamente (aunque bien pensado, el de abajo debe de ser una especie de empresario de la hierba....)

La cuestión es que me entró tamaña mala hostia, que, sumada a la presión ovárica, haría que pudiera tumbar al mismísimo Rocky I (y al II y al III y al IV y al V y al VI) de una simple mirada.

Estoy en casa, doblada en dos del dolor, con la cabeza a punto de explotar y......y resulta que tocan el timbre. Y yo con estos pelos y este pijama de cuadros. Y en la mano un vaso de agua con paracetamol 1mg efervescente. Abro la puerta: mi nuevo vecino.

(Ayer en medio del cabreo, todavía con la carta en la mano, un tipo con acento alemán había picado al portero eléctrico para que le abriera la puerta de entrada, que era el nuevo vecino de rellano y que no tenía la llave. Le abrí. No sé por qué, me fío del acento alemán, y eso que tuve un novio de por ahí que no era precisamente un santo varón)

Pues ahí lo tenía delante, pedazo de tiarrón rubiales y con una sonrisa de disculpa que me dice si le puedo dejar la llave de abajo para hacer una copia. Y yo con mi pijama, el vaso de paracetamol, los pelos revueltos de tanta cama. Con otra sonrisa de disculpa (por estar en casa a media mañana de un miércoles, en pijama y con estos pelos) le digo que estoy en casa de casualidad, que me encuentro mal, y que encantada le presto la llave. Y el ángel venido del norte va y me dice si necesito algo, que qué me estoy tomando, que él tiene algo mejor y que esta tarde me lo trae, junto con la llave.

Algo ha logrado el tipo: que deje de pensar en la mejor manera de aniquilar al dueño del edificio, en cómo joderle la plantación al vecino de abajo, en ponerle un juicio a Dios por habernos metido ovarios.

Y por otro lado me ha dejado con la intriga: ¿algo mejor que el paracetamol 1mg? ¿y esa sonrisilla que me ha puesto? Ahora tendré que estar en casa por la tarde.