07 agosto 2007

Summer storm

The way we were, allá lejos y en el '85

Me quedo sin batería en la moto. Llamo al seguro. Me mandan una grúa que funcionaría a vapor, con un conductor borracho y sin dientes. Llegando al taller, el hombre, gracias a su alegre estado, roza un coche que circulaba por el carril de la derecha. Nos paramos en Plaza España a hacer el parte. Yo, en la cabina de la grúa, no sé si bajarme y continuar el camino arrastrando la moto a mano.

Un señor que habla en francés busca desesperadamente a su mujer. Me llama insistentemente a mi móvil, me deja mensajes. Al final consigo hablar con él. No Éric, c’est pas moi ta femme, la muy golfa se ha largado y te ha dejado un número equivocado. Désolée.

Los que mandan han decidido cambiar la presidenta de la empresa, carismática, pelirroja, colgada, mayor, por un señor financiero 20 años menor, con cara de querer recortar gastos y ojillos que no paran quietos. Sueño que nos compran los chinos. Chinas, para ser exacta, que me desalojan de mi mesa y se quedan con el ordenador, que muestra un intríngulis de caracteres chinos en la pantalla.

Gracias al e-mail, recupero compañeros perdidos del instituto. Casados, divorciados, padres orgullosos, psicólogos, dentistas, músicos, dibujantes metidos a empresarios, abogados guionistas. Y un marido harto que fantasea con catástrofes naturales o artificiales que hagan desaparecer del mapa a su no tan santa.

Y en Barcelona llueve sin llover.

Addendum del 8 de agosto: finalmente ha llovido, esta noche, como si hubiera que agotar toda el agua del año en una llovida.