03 abril 2007

Carne de hospital

Un día cualquiera estás en el trabajo aburrida y decides irte a urgencias en ambulancia. Más que nada para variar un poco el panorama diario de casa-moto-oficina-moto-casa.

La cuestión es que llegas y deciden dejarte un par de días dentro.

Yo ya me imaginaba que las clínicas no son hoteles de 5 estrellas. Ni de 4 ni de 3. Lo que no sabía yo es que como requisito fundamental para ingresar te obligan a ponerte un camisón abierto por los cuatro costados y te mandan a una habitación presidida por un cristo de 5 centímetros crucificado en un cacho cruz de 27 de alto por 16 de ancho. Pobrecito. El de mi habitación acabó en el armario (al irme lo saqué y lo dejé estirado sobre la camilla, hacía una pena, tan flaquito)

Creo que éste es el único que no me examinó

A partir de aquí reflexionemos un poco.

Tú llegas con un dolor aquí (póngase la mano donde se desee) del tipo absolutamente insoportable. Por eso llegas en ambulancia. Te depositan en una silla de 1964, y te trasladan por un pasillo mientras la susodicha va dando botes y tú repasas toda la lista de insultos que te sabes en todos los idiomas. Hasta que el portasilla te deja en una esquina y se enzarza en una discusión con varias enfermeras acerca de si “ésa” (o sea, yo) es la de urgencias de cirugía. Y una que troca su carita sufriente en una mueca de pavor. ¿Cirugía? ¿Ha dicho cirugía? Y lo único que atina a hacer es levantar el dedito y balbucear: no, yo no, yo no, no.

Al final deciden estacionarte en un pasillo y que te esperes. Mejor, al menos no te meten el cuchillo al momento, y la suspensión de la silla, mientras te estés aparcada, no incordiará.

Pues ahí te quedas.

Hasta que te miran y examinan unos cuantos con bata blanca (esa sí va con botones) y sentencian que lo mejor es que te quedes dentro. En observación (como una célula en su microscopio)

Te asignan un número de habitación, un trozo de tela con un agujero en la cabeza que llaman “bata” y te enchufan una aguja en vena para chutarte lo que decidan. Porque tú no lo sabes, pero desde ese momento has dejado de ser persona y no cuentas ni para opinar acerca de lo que van a hacer contigo. A partir de entonces, serás un objeto de estudio extendido sobre una camilla reclinable. En una habitación cuya puerta no se cerrará jamás, que no sé para que las ponen y se gastan los dineros en un pomo. Podrían dejar el vano abierto, y la de madera que se ahorrarían. Eso sin olvidar el vergonzante trozo de tela que llevas por hábito.

¿Por qué la sufriente población internada, que ya bastante tiene con estar enganchada a una o varias sondas, debe soportar la deshonra de ir vestida con una tela imposible de cerrar? ¿Es que la comodidad del médico y de la enfermera a la hora de meterte mano justifica tamaña humillación? A ver, señores y señoras del diseño textil de moda y demás, ruego por favor realicéis un encomiable e impostergable servicio a la humanidad: ¡rediseñad la bata hospitalaria! Sugerentes botoncillos, cómodas cremalleras, alegres colores, estampados divertidos, mangas estilizadas. Venga, seguro que vuestra creatividad supera la contundencia de mis adjetivos. Cientos, miles, millones de sufrientes achacosos os lo agradecerán.

Al final, los de la bata blanca con botones, luego de observarte y observarte, deciden que te puedes largar porque no estás tan mal. Te vas. Libre. Y sólo por joder, das un portazo a la puerta de la habitación y la cierras con todas las ganas contenidas.

PD: gracias a los que me cuidaron y se preocuparon por mí, y especialmente a uno que estaba y estuvo, cuando no tenía por qué. Queridos L. y A., las risas y carcajadas que salían de mi habitación a las tantas de la noche no las olvidaré en mi vida.

14 comentarios:

Virrey Mendoza dijo...

Dos veces, dos, he estado ingresado en el hospital y a parte de asentir punto por punto a lo que dices, mi experiencia más inquietante fue aquella en el Hospital Son Dureta de Palma de Mallorca... [aquí la imagen empieza difuminarse]

... A los tres días de estar ingresado, Tras estar de charleta con mi simpático compañero de habitación y después de ver una película de acción y músculos nos dispusimos los dos a conciliar el sueño. Y así, de hecho, lo hicimos.
Al día siguiente los rayos del luz que entraban por mi ventana me despertaron temprano. Giré mi cabeza para saludar a mi compi y... su cama estaba vacía. En ese momento entró una enfermera parecida a Gamerah y se me quedó mirando sin decir palabra durante unos eternos segundos.
Luego balbuceó: "Se nos ha ido. Anoche".

Anónimo dijo...

Querida Gata, nunca subestimes el poder curativo de la risa... Quizá gracias a ella algún carnicero de bisturí rápido tuvo que enfundarselo, el bisturí digo, y esperar a que otro pobre personaje no tuviera la suerte de tener a A. o a L. para pedir que las campanas tocasen a degüello. Me alegro que todo acabase en un portazo y si te he visto no me acuerdo.

Batsi dijo...

¿Y qué hacías pasando vacaciones en un hospital?

Por cierto, si los médicos se parecieran por lo menos a Clooney, de seguro que me internaba cada mes aunque me quisiera operar :P

Un besito

Lagata dijo...

Chimp, me has dejado la carne de gallina, pero de las gallinas con las plumas más duras del corral....Yo no hubiera podido pasar por esa experiencia. En mi habitación sólo dormimos el cristo (en el armario) y yo.

Anónimo, jamás se me ocurririá subestimar el poder curativo de la risa. Muy al contrario. No sabría yo existir sin la risa.

Guinevere, como humanos que somos, somos vulnerables. Y siempre te puede aparecer una cosilla que te haga visitar el reino de las batas. Lástima que el que yo visité no tenía a Clooney por rey...

Besos pa todos

Camilo de Ory dijo...

Una vez me tuve que operar de la nariz porque después de tanta vida social ya no me valía para respirar. Y espero que no se me malinterprete: me la había partido demasiadas veces. Tras la intervención, el molesto postoperatorio y las dolorosísimas curas, quien lo probó lo sabe, me enteré de que había tenido el honor de ser trinchado por un célebre cirujano local y alcohólico en su retorno tras haber estado en el dique seco durante unos años por pasarse con las cogorzas y darse una chufa importante con el coche.

Y la verdad es que no me la dejó tan mal.

La historia de Chimp es estremecedora y demuestra que tiene un sueño muy profundo.

Señorita, ¿por dónde estaba abierta exactamente su bata?

Queremos saber.

Anónimo dijo...

Ey Gata, ¿Cómo vamos?

Ya sabe usted que tengo el carnet de cliente VIP ORO del hospital de Vall D'Hebrón, así que tengo experiencia suficiente para suscribir punto por punto sus reflexiones hospitalarias.
(Y añadir desde el otro lado del espejo/cama que las enfermeras tampoco se corresponden con los escandalosos pivones voluptuosos y con liguero que aparecen en las pelis de Hentai)
Lamento no haber podido ayudar más, pero mis múltiples quehaceres, así como las exigencias sexuales de mi multitudinario harén van a acabar conmigo, a este paso.
Cuídese oiga, que es usted lujo para los que la disfrutamos. Y no agradezca tanto, somos nosotros los que hemos de agradecerle a usted.

Lagata dijo...

Sr. de Ory, creáme que antes de pasar por el cuchillo o la katana o la cimitarra de cualquier doctorucho embatado, servidora hace un estudio exhaustivo de la vida y milagros del tipo en cuestión. A mí no me me mete mano cualquiera.
La pregunta sería, ¿estaba cerrada por algún sitio la bata?

Zuul, de momento vamos, que no es poco. Tampoco hay médicos que me luzcan como el Clooney. Maldito celuloide y sus engañifas.
No hable de disfrutes (yo me disfruto, tú te disfrutas, nosotros nos disfrutamos, etc) en horario de protección al menor, so guarro. Resérvelo para su intimidad (me refiero a su harén)

Anónimo dijo...

Donde dije "para los que la disfrutamos", quise decir "para los que disfrutamos de su compañía y amistad", pardiez. Qué asco esto de lo políticamente correcto, que hay que explicarlo todo.
En cuanto al harén, bien, gracias. No se imagina usted la paz de espíritu que un harén de inexistentes féminas proporciona.

La estatua del jardín botánico dijo...

¡Buenísimo el post! Supongo que las has pasado canutas, pero yo me he reído un rato leyendo. Lo de las "batas" es verdad como la vida misma. Y otra cosa: ¿Por qué los puñeteros médicos tienen las manos tan frías? Y deben de tenerlas mucho, porque uno ya se queda pajarito con la bata que no se cierra, por lo que es necesario que tengan las zarpas congeladas para notarlo.
Mejórese usted, señora gata.

Anónimo dijo...

Creo sinceramente que las batas de hospital están perfectamente diseñadas para que el paciente agote su paciencia dándole vueltas e intentando atar lo inatable para tapar lo que al final quedará irremediablemente al descubierto.

Creo que el estudio de una bata que incordie más al pobre usuario que aparezca, para su desgracia, por un hospital, sería del todo inviable.

Me alegro que al final no fuera nada (que ya es raro alegrarse de que alguien entre en un hospital) y retomando tu entrada anterior... ¿para cuando ese post acerca de "La azafata, su novio, y la tercera en discordia que no quiso saber nada"? Promete ser, como mínimo, tan interesante como todos los que publicas.

Lagata dijo...

Querido Zuul, no "hay" que explicarlo todo. Pero es divertido leer como se dan (las explicaciones)
Disfrute usted de su paz de espíritu, pero sobre todo tenga cuidado con la moto, con la que no para de caer por Barcelona

Estatua, gracias por tus elogios y deseos de recuperación. De momento vuelvo a estar estupenda(mente)
Yo creo que los jodidos médicos sumergen las manos en hielo un buen rato antes de pasar revista a los internos. Mira, cada cual se divierte con lo que puede.

Tú por aquí Simplyalf, vaya sopresa!! Para mí que las batas las diseñó un degenerado. Algún humanoide que disfrutaba viendo culos añejos, peludos y arrugados, que es lo que en general abunda por los hospitales.
A ver si saco tiempo para escribir la historia anunciada. De momento, os dejo salivando

Besotes para todos y toda

Andrés dijo...

Pobre cristo...
por que lo bajaste???

Ja ja... el no te hizo nada.

Me resulta muy divertido el post.

Un abrazo

A.-

Eddy Lebowski dijo...

Yo como casi cualquiera que se precie, también pase una noche en el hospital (sólo una noche porque a la mañana siguiente pedí el alta voluntaria, ya que querían que me quedara una semana) Pedí el alta más que nada porque yo soy de Sabadell, y fui a caer enfermo a Barbastros estando de vacaciones. No os aburriré con mis dolencias y males, simplemente decir que pase una de las peores noches de mi vida en una sala común repleta de enfermos (parecía una peli de guerra) En un momento de la noche le dije al enfermero que me quedaba poco para que se acabara el suero (al ser hipocondriaco y no poder dormir en toda la noche había llegado a controlar la frecuencia con que se vaciaba el bote) Él, seguramente se sintió molesto por no darse cuenta antes, y me dijo que no, que aun me quedaba una hora. Entonces aproveché el momento para ir a hacer de vientre. Estaba yo ya en posición, y como la puerta no se podía cerrar, entró el enfermero a buscarme y abrió la puerta de par en par exhibiéndome a todos los familiares que velaban en las camas de delante del lavabo.
A la mañana siguiente, cuando ya me iba, este mismo enfermero me saco la sonda del suero con tanta delicadeza que un reguero de sangre corrió de arriba a abajo de sabana.

viagra online dijo...

Me parece que tu informacion es sumamente entretenida , la verdad he disfrutado mucho con este blog,la cronice que haces es muy buena y tienes razon en todo lo que dices.