04 octubre 2006

Hombres desesperados (1): Dra. Ochoa por una noche

Como contrapartida a la serie anterior, "Mujeres enamoradas", aquí daré a conocer los aspectos más sombríos del comportamiento masculino. O por qué dicen tomamos un café, cuando quieren decir follamos, nena?

Doctora Ochoa por una noche

Es la segunda vez que ligo yendo en moto. En 2 meses. Y eso que en las discos nunca me he comido nada.

La vez anterior que un tipo me entró de casco a casco con aquello de “te apetece ir a tomar algo” dije que no, era tarde y no me atraía mucho el plan dialogando-con-desconocidos.

Pero esta vez acepté, no eran más de las diez de la noche, y por qué no.

Nos instalamos en una terraza de la Rambla Catalunya. Puestos a ligar, mejor hacerlo en un sitio con alcurnia.

El tipo en cuestión resultó ser un pijo de mucho cuidado: rubiales, alto, piso propio en Francesc Macià, 26 cándidos añitos. Y más raro que una fresa con hueso. En media hora me contó su vida. Sus proyectos, sus experiencias con las drogas al más puro estilo walk on the wild side, sus incipientes técnicas de ligoteo. Y, viendo que en una hora de charla, del “tema” no se había hablado todavía, me soltó un “y de libido, ¿cómo vamos?” Frase que de por sí anula cualquier bajo instinto que pudieras tener.

Se quedó un poco trastocado cuando le dije que cómo pretendía ligar así, de forma tan directa. Y me pidió que le diera algunos consejos para, como el dijo “poner cachondas a las tías en un rato de charla de café, como tú me has puesto a mí” (sic)

Y allí, en la calle porque del bar nos habían echado ya, intenté improvisar un decálogo del ligue con éxito que le sirviera a los negados como él.

  1. Mostrarse interesado en ella, en lugar de hablar de uno mismo (que para algo la has invitado a un café, peazo zopenco)
  2. Jugar con la mirada y los silencios (pero sin ser un Jesús Quinteros, que agota)
  3. NUNCA mencionar el “tema” que nos interesa en la primera cita, sobre todo en la primera hora de charla (sólo cuando pagas por el servicio y quieres saber el precio)
  4. No hablar de temas comprometidos y/o fatigosos (el papa, Zapatero, el estatut, Dan Brown)
  5. No dar penita, tipo hace meses que no pillo, nadie me quiere, buaaaaaaa (puede hacer gracia, pero lo que es la libido, se deshace como la nieve)
  6. Tampoco fardar de todas las que te has tirado en el último mes, incluyendo posturas y detalles (y además sabes que es mentira, fantasma)
  7. Hacer que se sienta especial (decir: me gustan tus tetas no es hacerla sentirse especial, cacho bruto)
  8. Ser sutil

(me ha quedado un decálogo de 8, ¿será un octágolo?)

Luego de expuestos los consejos, se ve que al tipo no le quedaron claros, porque siguió insistiendo.

Empezó a abusar de frases estilo “seguro que haces así con los dedos (chasquido) y tienes todos los tíos que quieres a tus pies” (jajajajajaja, ya me gustaría) o "con sólo enseñar un poco las tetas, seguro que los pones a cien” (si fuera así, menudo problema, al no poder salir a la calle y dejarlas en casa para evitar indeseados calentamientos)

Y lo que me hizo desistir del todo fue la frase “Bueno, no pasa nada, los tíos siempre podemos recurrir a la ayuda de (gesto de sacudir la mano derecha dejando un espacio cilíndrico en el centro supuestamente equivalente al tamaño de su apéndice masculino) pero vosotras, vosotras lo de la masturbación qué...?

En fin, que me casqué el casco y adiós muy buenas. No era cuestión de tener una charla acerca de las prácticas onanistas femeninas, en medio de la Rambla Catalunya, a las tantas de la noche, con un desconocido futuro piloto de avión en lucha interior por cambiar su adicción a los 10 porros diarios por la de pillar cacho.

Lo que llegan a hacer algunos por mojar.....

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