05 noviembre 2007

Necesidades

Ha llegado el momento de seguir hurgando en el pasado, revisitada ya mi experiencia laboral, ¿por qué no adentrarse en el fantástico mundo de lo que no fue?

Se trata de las entrevistas de trabajo que tuve y que por H o por B no fructificaron en contrato.



Los caballeros se desfogan

Anuncio en La Vanguardia: Se necesitan masajistas para centro mixto. Se da formación. Horarios flexibles.
Edad de la lectora del anuncio: 23 años
Inocencia y curiosidad: al 50%

Con estos ingredientes la gatita se pone en marcha, dirección Av. de Roma.

Finca regia, ascensor amplio, piso alto, hall espejado, puerta que se abre y asoma señora/ita envuelta en vestido rojo y bufanda plumífera al cuello.

Para una lectora de novela negra tipo Chandler, no había lugar a duda alguna: me encontraba en un puticlub. Pero no era cuestión de salir por piernas ofendida cual dama de abolengo y provecho. Más que nada porque lo que sentía la gata era más curiosidad que ofensa o vergüenza.

No recuerdo con detalle lo que la madama me explicó. Venía a ser algo así como un centro de relax de caballeros, mixto porque los que venían eran caballeros y las que les atendían damas (o eso es lo que se les presuponía), se trataba de proveer masajes a los dichos caballeros, sin contacto sexual pero teniendo en cuenta que a los caballeros, cuando se les masajea, les entra una necesidad de desfogarse que por supuesto la dama masajeadora ha de procurar satisfacer. Con las manos, para entendernos. ¿La formación? Bueno, sí, entre las compañeras nos formamos. Y pensé yo ¿cómo aprendemos a desfogar al caballero si practicamos entre damas? Lo pensé pero lo callé.

La madama me intentó convencer de las bondades del puesto (horario flexible, ganancias rápidas y sin impuestos, etc) al tiempo que yo iba abriendo la puerta del chiringuito con una sensación interna de "ya te vale, gata curiosa".


La creatividad está en todas partes

En tiempos pre-internet-masificada, leo un anuncio en La Vanguardia (qué se le va a hacer, pero todos los anuncios de trabajo los publican ahí) en el que piden operadoras con altas dosis de creatividad, aficionadas a la lectura, para escribir textos en el ordenador. Horario de 9 a 14. Vamos, que al anuncio sólo le faltaba que pusiera mi nombre.


Allá va la gata, emocionadísma hasta la punta del bigote, rumbo a una oficina en un edificio de Urquinaona. El corazón le late a 180 km/h, sabe que ese puesto es suyo, que lo han hecho para ella. Toca el timbre de la oficina, un ligero temblor en el labio superior le delata los nervios. Se abre la puerta.


Una mujer de unos 40 años super bien llevados, vestida como para ir de fiesta por la zona de Santaló y perro blanco en brazo (de la variedad "perro-cara-de-cerdo") me da la bienvenida con un nada disimulado acento francés. Paso entre una gran mesa con varios ordenadores encima y chicas sentadas al teclado. Llegamos hasta un despachito. La mujer deposita al chuchocerdo en el suelo, se sienta a un lado de la mesa, me indica que me siente, se cruza de
piernas y procede a informarme.


Se trata de responder por ordenador a tipos con necesidad de entablar algún tipo de relación a distancia. Es decir: escribirse con tipos salidos y hacerles creer lo que una quiera, para que se sigan enrollando y paguen, porque la conexión al servicio es de pago, y va por minutos. Más tiempo los tienes enganchados babeando con lo que les cuentes, más ricos nos haremos. Vale todo, pero mediante palabras. Lo que tienes delante es una pantalla de texto, ni tú les ves, ni ellos te ven. ¿Qué te parece?


Y qué podía yo decir. Excitar con palabras a señores necesitados de este tipo de relación. Mmmmmmmmm. No es el trabajo ideal, pero es de media jornada, y va estupendo porque la facultad es por la tarde y queda a 4 pasos. Mal no pagan. Y para una precoz lectora de El amante de Lady Chaterley, no puede ser complicado. Además, el sitio no se ve mal, quitando el perro, que da grima.


Así que, habiendo analizado todo esto en 4,5 segundos, inusitadamente salió de mi boca un "Mmmmm, lo pensaré"


La mujer me entregó una tarjetita de contacto, con la recomendación de que no tardara mucho en responderle.


Y pasó 1 día, 2, 3. No sé por qué recatada razón no me acababa de lanzar. Y cuando lo hice, llamando a la francesita del chucho, resulta que ya tenían alguien para el puesto.


Y esta gatita perdió una estupenda oportunidad para entrenarse y terminar ganando algún premio tipo sonrisa vertical.


PD: ahora que lo pienso, vaya maneras de desfogarse que tienen los caballeros. O se dejan masajear por fulanas, o se dejan engañar por atorrantas con dominio de la fantasía y del Word........

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No me extraña que nos tengamos que desfogar así...

Teniendo que rechazar suculentas ofertas laborales de Herbalife o de sus primos casposos los Fatbusters...

Qué menos que imitar a los chimpancés del Zoo ante una pantalla o adquirir momentos de bienestar alquilado.

La estatua del jardín botánico dijo...

Jor, jor, jor, super-jor. Recuerdo aquellos meses en los que busqué trabajo en las academias de Salamanca. No tenía que desfogar a nadie pero pagaban una miseria. Yo también decía aquello de mmmm... me lo pensaré.
¿Qué cara se te queda cuando te dicen que le tienes que hacer una pajilla a un señor que no conoces de nada pero en plan bien, así, de normal, como si te pasara todos los días en el ascensor? Yo creo que, o me hubiera entrado una ristia nerviosa o me habría caído al suelo inconsciente.