12 marzo 2007

Agua de Valencia

La gente va de visita a Valencia por varias razones. Las fallas, la fiesta, las pastis, la paella, la orxata, la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Yo voy a ponerme malita y que me cuiden.

No era ésa la intención. En realidad iba con mi amiga L. a visitar a mi amiga R., la que se fue a Valencia a vivir con su novio, y de paso aprovechar para pasear un poco por la ciudad y salir de fiesta el sábado por la noche. Pero una cosa son las buenas (o malas) intenciones, y otra cosa es la fiebre, las crisis agudas de tos y el grifo que se te instala en la nariz.

El viernes ya me había levantado un poco tocadilla de la garganta, pero igual cogí la maleta y me fui al trabajo, para luego a la salida irme para Sants y de allí vía Euromed llegar a Valencia al atardecer.

No sé cuántos asientos tiene un Euromed, pero de todos los que había en el convoy del viernes a las 16 hs, los únicos ocupados por niños eran los de delante de donde iba yo. Sí, esas preciosas plazas de 4 pasajeros con una mesita en medio y una luz de velador más propia del dormitorio de un hotel cutre que de un vagón de tren. Los 2 asientos de delante iban ocupados por una madre y sus 2 retoños (retoño y retoña) que no pararon de comer, de gritar y de moverse en las 3 horas de trayecto Los 3, madre y retoños (retoño y retoña) con un claro y objetivo sobrepeso, lo cual incidía en el espacio que ocupaban. Era absolutamente imposible que los 3 seres ocupasen escasamente el espacio de 2. Así que por allí andaban los niños, en el suelo, en la mesa. Y eso que la madre no dejaba de estarles encima para que se comportaran. A mi lado, al lado de la ventanilla, languidecía un señor de 2 metros encogido con las rodillas en el cuello. Y así, 3 infinitas horas. Bueno, 3 y media, ya que el tren llegó con media hora de retraso.

El sábado, gran visita gran por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde hice unas fotos que cuando revele espero que se correspondan con la maravilla de luz y de contrastes que había. De momento he visto las de mi amiga R., y en todas salgo con un careto que ni el mejor especialista en Photoshop podría arreglar.

Luego de dar una vuelta por el barrio del Carmen y comer por allí, decidimos volver a casa. Con una ventolera y un fresquete que eché de menos un abrigo polar. Llegamos a casa de mi amiga, y ahí me quedé hasta la hora de volver el domingo. Ni fiesta ni nada. Como actividad extraordinaria en mí, vi el final del partido del Barça.

Lo bueno que tiene enfermarse en casa de amigos es que te cuidan. Y no está nada mal que te cocinen o te traigan un vinito caliente a la cama.

Pero lo malo de irse de fin de semana y caer enferma es que no puedes aprovechar la escapada, y que para dormir mejor quedarse en casa.

PD: esta mañana llamé al trabajo diciendo que no iba porque no me encontraba bien. Sabiendo mi jefa que me iba a Valencia, yo creo que se ha pensado que me he excedido con la fiesta. Grrrrr.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Se le han pegado todos mis vicios ferroviarios, gata: Cachorros humanos insufribles, retrasos... sólo le faltan las ganas de fumar donde no se puede.
Lamento lo de su indisposición. Desde aquí le mando los efluvios de la variante cataloide de su remedio anti-guarreridas catarrales. Ya sabe, éso de sustituir el vino por coñac del rancio y unas gotitas de limón, a ver si le sirven.
P.D. Al menos su niño Messi hizo algo para medio positivizar el sábado... que me lo digan a mí, que oí el alarido del campo desde casi un Km. de distancia.

Lagata dijo...

Se acaba de ir el médico de la mutua que hice venir a casa ya que ni la fiebre ni la tos amanainabn. Y me mandan a un talibán que me dice que no puedo comer ni beber nada más que suero durante 24 horas y que en lugar de efferalgan efervescente me meta supositorios porque no me van a joder la barriga.
De nada sirvió que le dijera que a mí lo que me dolía era la garganta. El tipo me deja una dieta para toda la semana como si estuviera con gastroenteritis, y me recomienda que me meta los supositorios por el lado plano.
Yo alucino con lo que se divierten algunos. Claro que yo le hago visitarme a las 11 de la noche, pero estudiar medicina para eso....
Está claro que los supositorios se los va poner su madre, y yo, con el hambre que tengo, voy a comer algo más que agua con sal.
Por cierto, Parche, esconda los efluvios cataloides, que como los vea el talibán nos denuncia.

Anónimo dijo...

Qué hijoputismo hay en la medicina moderna... No haga caso a lo de los supositorios, gata, y coma lo que le pida el cuerpo, que es mas sabio para sus cosas que cualquier medicucho de pacotilla. En nuestro semipresencial encuentro de esta tarde ya le dije que se mejorara, pero ahora se lo reitero.
Yo sigo planeando cirugias domesticas para mi ganglio, que crece sin mesura, y si se llevan a cabo, sacaré fotos para enviar como felicitación navideña.

Saludos saludables (qué juego de palabras más malo...)

La estatua del jardín botánico dijo...

Yo no salgo de casa sin la tarjeta sanitaria. Para mí es más importante que las llaves y todo, oiga. Resulta que es muy propio de mí ponerme enferma cuando salgo de viaje o llegar a la cima de la pochez fuera de mi casa. Un cuadrete. Lo de la dieta, la verdad, me ha dejado un poco mosca. ¿Estás seguro de que era médico de verdad? Mejórate.

Anónimo dijo...

Un vino casi picado estaba esperando ..., vino que acabó mezclado con canela y agua, servido caliente y, como acompañamiento, termómetro y cleenex. Podía haber sido de otra manera...
Una visita esperada, lárgamente esperada, frustrada por los mocos. ¡Qué triste! A esto se le llama tener mala suerte.
Pero todo tiene su parte buena; habrá que repetir.

Aquí os espero, pero cambia el costipado por el bañador, ¿vale?

Lagata dijo...

Pez, hijoputismo y pulsiones asesinas. Pocos pacientes le quedarán, si a todos les hace alimentarse con suero. Me alegro que su ganglio haya vuelto a su tamaño normal.

Estatua, como tú, yo no salgo sin la tarjeta de la Seguridad Social, la de la Mutua y la del seguro dental. Nunca se sabe.(y la Visa, y la del Caprabo, y la del Carrefour, y la de Yves Rocher, y la del gimnasio...)
No, no creo que fuera médico. De hecho estaba pensando que en el parque de enfrente de casa debe de haber un médico de Sanitas enterrado desde anteayer a la noche...

Rosa de alejandría, la próxima no lo dudes: fiesta y playa!! Como los guiris. Eso sí, en la cama que me dejásteis se dormía la mar de bien.
Y el vino, al final, estaba buenísimo!!!!!